Las movilizaciones que han surgido las últimas semanas en Chile retoman el hilo de la rebelión popular de octubre. Desde el paro de los portuarios y diferentes sectores productivos, los caceroleos del 2 y 3 de julio, las manifestaciones por el retiro del 10% de los fondos de pensión hasta la enorme lucha de las mujeres por el juicio y castigo de Martín Pradenas, son demostraciones de todo un descontento y oposición a un Estado que garantiza miseria, hambre e impunidad de los violentos y el consecuente abandono a las mujeres a su suerte.
Los acicates de la rebelión: el movimiento de mujeres y el paro activo portuario
Tal como caracterizamos en marzo, el movimiento de mujeres y diversidades sexuales y de género en Chile es la punta de lanza en la movilización popular. Así quedó demostrado en el último 8M, donde las mujeres tomaron masivamente las calles. Tanto por sus métodos como por los planteos políticos levantados, este movimiento ha mostrado una sagacidad implacable: en el congreso plurinacional de mujeres que se llevó a cabo entre el 10 y 12 de enero, se definió a la huelga general como el principal método de lucha para llevar adelante la consigna del Fuera Piñera y la constituyente libre y soberana, perfilándose así como la vanguardia objetiva de la movilización popular. En los últimos días, gracias a la presión de enormes movilizaciones se logró la prisión preventiva a Martín Pradenas, torciéndole el brazo a la justicia que pretendió dejarlo con arresto domiciliario. El caso de Antonia Barra dejó en evidencia que la violencia hacia las mujeres crece al amparo del Estado y justamente es lo que sistemáticamente las chilenas vienen denunciando.
La conmoción provocada por el caso de Antonia, se combinó con el tratamiento en el Senado del proyecto de retiro del 10% de los fondos jubilatorios. Esto último motivó a múltiples sindicatos, de diferentes rubros, a una movilización y presión para que se aprobara la medida. La Unión Portuaria se posicionó a la cabeza con un paro activo que dejó sin actividad puertos a lo largo del país reclamando el retiro y advirtiendo con el endurecimiento de las medidas en caso de que no se apruebe el proyecto.
De esta manera, la reforma para el retiro del 10% ha servido como acicate para el movimiento obrero, que paralizó sectores estratégicos en vísperas de la votación en el parlamento. Si bien la discusión parlamentaria de esta reforma generó grandes roces, incluso en coalición gobernante, no es más que una disputa táctica entre los diferentes sectores políticos que quieren descargar la crisis sobre las y los trabajadores. A fin de cuentas, la “oposición” y el oficialismo tienen un acuerdo estratégico, esto es, obturar cualquier rebrote de la rebelión de octubre. Esto ha quedado demostrado en los sucesivos pactos para mantener a Piñera en el gobierno, la polarización que se observa es impresionista pues todos los partidos del régimen se oponen por el vértice al proceso político abierto en octubre del año pasado.
En estos días el gobierno de Piñera empezó a dar pasos acelerados hacia un desconfinamiento general cuando la situación sanitaria es aún crítica. Para ello se ha valido de cifras en cuanto a contagios y muertes que son fuertemente discutidas por amplios sectores. Es que la presión patronal para reactivar la actividad económica a costa de la salud de la población en general encuentra terreno fértil en todo el arco político desde siempre, como quedó en claro con la política negacionista al inicio de la pandemia y la reticencia a establecer una cuarentena en regla.
La rebelión a flor de piel
Con la aprobación del retiro del 10% de los fondos de pensión, toda la oposición “progresista” quedó envalentonada en una línea política populista que quieren reforzar presentando reformas que apuntarían a pilares estratégicos del modelo, pero que en forma aislada son antes que nada medidas cosméticas, como es el caso de un impuesto a los súper ricos que no plantea una salida de conjunto a la crisis monumental en la que se encuentra el país. La oposición pretende reconfigurar un nuevo frente popular incluso dándole mayor protagonismo al Partido Comunista, que se ha valido del inmovilismo de la CUT para mantener a Piñera en el gobierno. Por lo pronto ya se encuentra en campaña hacia la constituyente amañada de octubre buscando encorsetar el descontento popular.
Frente a este escenario la tarea política que se le plantea a la clase trabajadora es impulsar el desarrollo de la rebelión de octubre que en las últimas semanas demostró toda su vitalidad. La lucha para terminar con las AFP, y que se vaya Piñera es ahora y para ello necesitamos un congreso de bases del movimiento obrero que, mediante la deliberación colectiva, ponga en pie de inmediato un plan de lucha que desemboque en la huelga general, para poder llevar adelante todas las consignas gestadas en la rebelión popular, en particular la asamblea constituyente libre y soberana.
¡Justicia por Antonia y todas las víctimas! Fuera Piñera. Asamblea constituyente libre y soberana.
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