LUCHA DE CLASES EN FRANCIA
Que la Intersindical convoque a la huelga general “ilimitada” hasta derrotar al gobierno. La fuerza de los trabajadores está en las calles, no en las maniobras parlamentarias.
La situación en Francia se acerca al punto de ebullición. Huelgas masivas, piquetes de ruta, barricadas en las calles de ciudades y pueblos a lo largo y ancho del país. El reclamo contra la reforma jubilatoria se extiende a sus responsables políticos. El gobierno del presidente Emmanuel Macron cruje y, junto a él, el régimen político francés de la llamada V° República. La izquierda que se reclama revolucionaria tiene la responsabilidad de utilizar todos los medios disponibles para extender y llevar al triunfo al movimiento huelguístico y de lucha y transformar esta situación en una lucha por el poder para los trabajadores.
Los de arriba no pueden
El régimen utilizó todo el peso de sus instituciones para contener a la clase obrera, pero fracasó. Las luchas en las calles rebalsaron el control de la burocracia sindical. Del grito contra la reforma jubilatoria se pasó al reclamo por mejoras salariales y a la exigencia de renuncia del gobierno.
La tratativa parlamentaria tampoco zanjó la crisis. El gobierno rechazó la oferta de componenda de la oposición -el Nupes de Jean-Luc Mélenchon, el Partido Comunista, etc.- que adaptaba el articulado de ley a una reforma “con rostro humano”. Sin los votos necesarios para su aprobación, y recurriendo al decreto presidencial (el llamado “artículo 49.3”), Macron avivó las llamas de la rebelión.
En respuesta, el lunes 20 fueron presentadas dos mociones de censura en el parlamento con el fin de hacer caer el gobierno. El bloque encabezado por Nupes estuvo a 9 votos de lograrlo. Además de propios y aliados, sumó a un sector de la derecha liberal que está tomando distancia de Macron, y a la ultra derecha de Marine Le Pen, cuya moción de censura conquistó menos apoyos. Esta votación debe ser anotada como un planteo de rescate del régimen, delineando un armado frentepopulista sin límites a la derecha. También, el plebiscito lanzado por Nupes que, como el del 68, busca desviar la pelea al terreno institucional.
Los de abajo, ¿quieren?
Las jornadas vienen mostrando una tendencia a la radicalización y a la maduración política. El centro de la actividad está decididamente en las calles. Existen sectores sindicales que están virtualmente en paro indefinido. Los piqueteros franceses tomaron las icónicas avenidas de París y bloquearon las rutas que conectan a los aeropuertos y a las principales ciudades. Los activistas de “primera línea” montaron barricadas contra la represión de las brigadas de la CRS y otras fuerzas policiales. Cada día cobran más fuerza las consignas por la huelga “ilimitada” (huelga general indefinida) y por la caída del gobierno.
Para que la lucha se defina en las calles, y no en el recinto cerrado del parlamento burgués, es necesario plantear que la Intersindical, que concentra la representación del movimiento obrero, convoque sin dilaciones a la huelga general “ilimitada” –indefinida- para que se retire el proyecto de jubilaciones y, con él, que se vaya el gobierno de Emmanuel Macron, responsable de la aplicación de las políticas de austeridad de la “troika europea” (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional). La Intersindical está bloqueando esta perspectiva atada a la política de la oposición parlamentaria y viene dilatando en el tiempo las medidas de fuerza.
En este contexto, es necesario impulsar a fondo todas las instancias de autoconvocatorias y coordinación de los sectores en huelga, que será la forma de imponerle la huelga general a la Intersindical o en su defecto erigirse como la fuerza dirigente del movimiento, en tanto la Intersindical se mantenga en su posición contemporizadora.
El reclamo de huelga general dirigido a la Intersindical -y el impulso, en ese marco, de las iniciativas de lucha de los sectores más aguerridos del movimiento obrero- no puede ser reemplazado por autoproclamaciones de una pequeña nómina de delegados combativos, como defienden algunos sectores de la izquierda. La tendencia a encapsularse sobre sí mismos al igual que la negativa a plantear el “Fuera Macron” esconde la aprensión ante un proceso de alcances históricos, aunque con una dirección (la Intersindical) totalmente ajena y hostil a una estrategia de independencia de clase.
Eludir estos debates le regala un terreno de demagogia a las variantes de recambio burgués, que hacen del eje contra Macron su fuerza aglutinadora. El retiro del proyecto de jubilaciones y el Fuera Macron debe ir acompañado de una delimitación con las variantes burguesas y el impulso de los reclamos reivindicativos transicionales más sentidos. Son los trabajadores en lucha y sus organizaciones de clase -no los políticos capitalistas- quienes están llamados a suceder a Macron.
Ecos del 68
La intervención masiva de la clase obrera de Francia, haciendo uso de sus organizaciones históricas, está imponiendo una huelga general en los hechos. Con su iniciativa, amalgama detrás suyo a las clases explotadas de la nación, como se registra en los apoyos de los sectores más precarizados –al estilo Chalecos Amarillos- o en la juventud.
La acción directa de los trabajadores mostró la caducidad del régimen de la V° República Francesa y pone en tela de juicio la pretensión de Macron de relanzar el imperialismo francés en momentos de declinación histórica del capital. Pero también está indicando cómo combatir a la ultraderecha y a los fachos, que no logran levantar cabeza ante el ascenso de las luchas.
Como en las barricadas del Mayo Francés de 1968, que también incluían el reclamo contra el aumento de la edad jubilatoria, la defensa de las conquistas reivindicativas está desenvolviendo el problema del poder. Y, por lo tanto, el del partido revolucionario.
Con huelgas generales también en Reino Unido y en Grecia, y acciones de masas en España, Bélgica y Alemania, la clase obrera francesa puede encender la chispa en toda Europa.
Nota Original de Prensa Obrera