Pongamos en pie un movimiento de lucha para conquistar nuestras demandas
El 17 de diciembre las y los chilenos debemos concurrir a las urnas a pronunciarnos “a favor” o “en contra” del proyecto de constitución surgido del segundo proceso constituyente pactado a espaldas del pueblo trabajador. Detrás de la opción “ a favor” se encuentran el Partido Republicano y la derecha tradicional representada por Chile Vamos y, como era de esperarse, las cámaras empresariales, representantes de las AFP y las Isapres, etc. Encolumnados por la alternativa “en contra” de su aprobación está la centroizquierda gobernante y los descolgados por derecha de Republicanos que desde el principio estuvieron contra una nueva instancia constituyente. También en las últimas semanas diversas organizaciones políticas, ambientales, estudiantiles, feministas, etc se han pronunciado por el voto contra señalando el carácter reaccionario en todos los planos de la propuesta en cuestión. Ello en un contexto de hastío de la inmensa mayoría de las y los chilenos que se perciben distantes a un proceso que se demuestra antes que nada como un operativo político reaccionario y ajeno a las necesidades reales de las y los trabajadores.
La importancia del resultado del plebiscito radica en sus objetivos, pues se trata de una nueva tentativa por cerrar la crisis que el régimen político arrastra hace años, pero que se manifestó con contundencia con la monumental rebelión popular del 2019. Han pretendido un pueblo arrastrado a una maratón constitucionalera que no fue generada por sus demandas sino, precisamente, para anularlas, por lo que un nuevo rechazo deja en primer plano un agravamiento de esa crisis que en el 2019 tiene su punto más álgido.
¿Kastitución?
Estamos frente a un proceso impulsado y garantizado por el gobierno. El “Acuerdo por Chile” que le dió vida fue suscripto por todos los sectores políticos a excepción del Partido Republicano, el que finalmente tuvo un rol protagónico en la redacción del texto que se plebiscita, al alzarse con la primera mayoría en el consejo constitucional. Así las cosas, el fruto es un texto constitucional profundamente antiobrero y reaccionario ya que reafirma y actualiza los pilares del modelo capitalista neoliberal consagrados en la constitución de Pinochet.
Que sean los republicanos los que hayan liderado el tramo final de éste proceso amañado no exculpa a todos los demás partidos que, de “izquierda” a derecha, han sido parte activa de éste segundo capítulo fraudulento y antidemocrático itinerario constituyente. Ésto es algo que debemos tener presente frente a la maniobra de los sectores oficialistas que ahora pretenden posar de opositores cuando fueron los que impulsaron la cocina que le dió origen, empezando por el propio presidente Gabriel Boric quien lideró las conversaciones iniciales con la derecha. En la partida de nacimiento de éste Frankenstein figuran todos los partidos del régimen, aunque ahora el oficialismo quiera desentenderse.
Diseñaron una constituyente con todos los candados posibles como lo reconoce el presidente del PC, Lautaro Carmona que en la declaración donde se pronuncian de manera oportunista por la opción “En contra” manifiesta: “Nos instalaron una propuesta que tiene los mismos defectos que le acusaron al proyecto que fue rechazado el 4 de septiembre, pero tiene un agravante…esta tenía algo que no tenía el proceso anterior que es un pre-acuerdo político, parlamentario y partidario, no se olviden que estaban los bordes, que estaba el consejo de expertos, el comité de árbitros, mediante acuerdos y sin embargo el resultado es el que conocemos”. A confesión de parte, relevo de pruebas como reza el axioma jurídico. De semejante engendro antidemocrático no podía resultar otra cosa que un texto reaccionario de principio a fin. Sin embargo, en la misma oportunidad Carmona recordó que “el Partido Comunista siempre mantuvo una alta expectativa del proceso democrático, pero ante los resultados, hacen suya la posición de las y los consejeros constitucionales de votar en contra”). Como si de este segundo capítulo de su laberinto constituyente pudiera resultar otra cosa que no sea una versión actualizada de la constitución de Pinochet. Lo mismo cabe para el resto de los partidos de la coalición gobernante aunque ahora finjan demencia y pretendan lavar sus responsabilidades por el texto reaccionario parido por el fraude constituyente del que fueron parte activa desde el principio. Como grandes mayorías de trabajadorxs y explotadxs vienen repudiando todo el proceso y obviamente el fruto del mismo, Boric y su coalición han decidido abrirse y llamar a votar en contra y así no volver a enfrentar el repudio popular abierto.
En contra de un ataque en regla al pueblo trabajador
El proyecto de constitución sometido a plebiscito representa en términos concretos una actualización y consolidación de la estructura jurídica del régimen privatista y saqueador inaugurado por Pinochet, además una avanzada sobre las libertades democráticas. También se trata de la tentativa de la derecha por capitalizar las derrotas que acumula el gobierno y así dar lugar a una salida a la crisis en sus términos. Es claro que tienen mucho por ganar: un triunfo del “a favor” es un afianzamiento del orden social y político heredado de la dictadura y, por lo tanto, les permite avanzar en su intención de cerrar el ciclo de levantamientos populares que se verificaron en las décadas de democracia pactada y que tuvo su punto más alto en la rebelión que se inicia el 18 de octubre del 2019. A su vez, brinda a Republicanos una plataforma política aún más favorable a sus aspiraciones electorales en el futuro próximo.
Sin embargo, un triunfo del “en contra” no significa un triunfo del gobierno. Es un fracaso también para la coalición oficialista que puso a jugar sus recursos políticos para lograr el acuerdo que habilitó este fraude constituyente.
Así las cosas, si gana la opción “En contra” es un factor de crisis política y le quita autoridad a oficialismo y oposición frente al pueblo. Queda sobre la mesa su incapacidad por restablecer las condiciones de estabilidad política que le reclama la burguesía y por lo tanto, es una oportunidad para afianzar la lucha contra todos ellos en tanto responsables de la penosa situación en que se encuentran inmersas las mayorías populares. La crisis política se agranda y la carta desmovilizadora de una nueva constituyente está quemada.
Por una salida de las y los trabajadores
Los partidos autores de éste engendro constituyente necesitan salir del laberinto en que se encuentran desde el pacto del 15 de noviembre del 2019 en adelante porque si bien lograron desactivar las grandes movilizaciones, no han podido darle un cierre a crisis política que se agrava si se vuelve a rechazar la propuesta de constitución. En la búsqueda de legitimidad,restablecieron el voto obligatorio y, sin embargo, las elecciones del 7 de mayo dejaron como dato insoslayable los 5 millones de chilenas y chilenos, un tercio del padrón, que rechazaron ésta farsa mediante el voto nulo, blanco y la abstención.
Por nuestra parte nos pronunciamos por la opción “en contra” porque consideramos importante enterrar de manera contundente y definitiva este proyecto de constitución antiobrero, oscurantista y represivo. Llamamos a votar en contra desde una posición de estricta independencia política en la comprensión de que, en definitiva, estamos rechazando la versión 2.1 del operativo diseñado para desviar la rebelión que protagonizó el pueblo chileno. Estamos convencidxs que ninguna de nuestras demandas van a encontrar respuestas en constituyentes amañadas gestadas y administradas por gobiernos burgueses. Una verdadera instancia constituyente, es decir, libre ,soberana y revolucionaria que modifique radicalmente el orden social y resuelva los problemas de las masas explotadas, vendrá de la mano de una irrupción popular que sea capaz de poner en discusión la cuestión del poder político. De cualquier otro modo es un planteo distraccionista funcional a la política de neutralizar todo atisbo de lucha por las demandas urgentes. Tampoco las respuestas a los reclamos populares vendrán de los gobiernos garantes de éste régimen explotador.
La lucha consecuente contra la derecha sólo es posible desde la independencia de clase, no aliadxs a la centroizquierda que desde el gobierno viene pactando con ella en contra de nuestros intereses, desmovilizando. El triunfo de “en contra” es un golpe a todos los partidos guardianes de los intereses de la burguesía, pero es insuficiente para conquistar nuestras reivindicaciones como pueblo trabajador. Si queremos sacarnos de encima el orden reaccionario de la constitución de Pinochet y terminar con este régimen de opresión y miseria tenemos que pasar a la lucha organizada y la acción directa. La correlación de fuerzas favorables para conquistar el derecho a la vivienda, a la educación pública, laica y de calidad en todos los niveles, a la salud, terminar con la estafa de las AFP, por el salario igual al costo de la canasta familiar, terminar la precarización laboral, el aborto legal, la libertad incondicional de todxs lxs presxs políticxs, el cese de la militarización del Wallmapu y restitución de las tierras al pueblo mapuche, la debemos construir retomando el camino de octubre, no con un nuevo proceso constituyente que, en la medida que surja de la cocina del poder constituído, será incapaz de terminar con la matriz de explotación a las mayorías populares. Llamamos al pueblo chileno a sacar las conclusiones del enorme operativo político que significó la trayectoria constituyente diseñada por los partidos del orden contra millones que salieron a las calles a reclamar por derechos sistemáticamente negados por décadas. El “no” al nuevo proyecto de constitución importa un fracaso de todo éste operativo y, a su vez, nuestra oportunidad para retomar el único camino posible para conquistar nuestras reivindicaciones: organización y lucha políticamente independiente.
26/11/2023