Enfrentemos al gobierno y la oposición con lucha y organización.
La rebelión popular que se inicia en octubre del 2019 significó un punto de inflexión porque las demandas que motivaron importantes movilizaciones en los años precedentes confluyeron en movilizaciones de masas que se sostuvieron por meses poniendo contra las cuerdas al régimen político en su conjunto. ¡No son 30 pesos, son 30 años! condensó la impugnación al legado pinochetista resguardado y defendido por la democracia capitalista gestionada por los partidos de éste orden hambreador, corrupto y represivo.
La magnitud del operativo político diseñado para sofocar es proporcional al impresionante levantamiento protagonizado por el pueblo trabajado tanto por su masividad como sus planteamientos políticos de fondo contra el orden social y político. Sin embargo, ni el recambio del personal político en todos los niveles gubernamentales, ni el proceso constituyente han logrado cerrar la crisis política abierta. El gobierno del FA/PC y la ex concertación se encuentra desfondado luego del triunfo del rechazo y la derecha empoderada desde el congreso marcándole el paso, como demuestra la aprobación del TPP 11. Su limitado programa de gobierno en relación a los derechos sociales se reveló como meras promesas de campaña.
El proceso constituyente por su parte prontamente mostró su verdadera naturaleza de salvavidas de régimen. La convención actuó sometida al poder constituído y dentro de los márgenes del acto del 15 de noviembre, dándole la espalda a las demandas levantadas por las y los chilenos desde las calles. El texto que resultó de este operativo comandado por el FA, el PC y la ex concertación, no tocaba un ápice de la matriz neoliberal y represiva de la constitución de Pinochet y los derechos consagrados formalmente eran solo el barniz progre al servicio del rescate del régimen. La operación de reciclaje fue ampliamente rechazada en el plebiscito de salida y con ella a un gobierno que, a poco de andar, se mostró como enemigo de la clase trabajadora.
Construyamos una salida propia a la crisis
El triunfo del rechazo no cerró la crisis política que abre la rebelión sino, por el contrario, la profundizó. La derecha tradicional que pretende liderar un nuevo “proceso” constituyente no logra ordenar sus propias filas y, además, es cuestionada por los sectores de la ultraderecha. Asistimos al espectáculo patético del oficialismo y la oposición mientras la crisis económica que vive el país es descargada sobre nuestras espaldas. Las familias trabajadoras se siguen endeudando para acceder a derechos básicos como la salud, la educación, la vivienda y la comida. Sigue el negociado con los fondos de pensiones, siguen las mineras saqueando los recursos estratégicos. Nada ha cambiado.
Por el contrario, las condiciones de vida de las y los chilenos han empeorado sustancialmente como consecuencia del desempleo, la depreciación de la moneda y la inflación. La carestía de la vida es soportada con más endeudamiento: el peso de las deudas en las economías familiares es agobiante y a ello ha contribuído la suba de la tasa de interés por parte del Banco Central. El “enfriamiento” de la economía es a costa de la clase trabajadora.
Nos encontramos peor y la respuesta del gobierno a los reclamos es estrictamente represiva. Sin derechos, sin justicia a las víctimas de la represión estatal, con el Wallmapu militarizado y compañerxs presxs por luchar, con las mineras, las forestales y las AFP tranquilas en sus negociados, nos urge organizarnos. Las y los estudiantes son el espejo en el que tenemos que mirarnos. Poner a jugar las experiencias organizativas y de lucha acumuladas en las últimas décadas para intervenir en éste escenario con una perspectiva política propia. Es indispensable la construcción de un partido de la clase como herramienta política para enfrentar a la burguesía y sus partidos. No hay atajos.
Por nuestras demandas; para que la crisis no la pague el pueblo, a 3 años de la revuelta a las calles, tenemos todo por conquistar.