A 77 años de la Nakba: la catástrofe que el pueblo palestino enfrenta con lucha y resistencia

El 15 de mayo de 1948, en el contexto de la repartición territorial posterior a la II Guerra Mundial y de la guerra árabe-israelí, el recientemente creado Estado ilegítimo de Israel declara que el 78% del mandato británico sobre el territorio de Palestina le pertenece al enclave sionista. Esto último se realiza con el beneplácito de las potencias imperialistas occidentales (EE.UU. y Europa).

A partir de la victoria de Israel en la guerra árabe-israelí, el Estado judío comienza un ataque étnico-racial contra el pueblo palestino, expulsando a la población civil de sus hogares para posteriormente destruirlos y ocupando mediante la violencia militar distintos poblados de la nación Palestina. En consecuencia, más de 700.000 palestinos fueron desplazados en este proceso.

Desde sus orígenes, la expansión del autodenominado estado de Israel tuvo un carácter racista y supremacista, que se mezclaba con un discurso ultrareligioso y reaccionario que hacía alusión a una supuesta “tierra prometida” por Dios. Utilizando la cultura criminal de los que ayer eran sus verdugos en el régimen nazi-fascista, los judíos sionistas ensalzaron el odio racial para justificar sus actos miserables, agrediendo con el armamento entregado por el imperialismo y el estalinismo a civiles desarmados. Esto deja en claro que los intereses capitalistas, por más que se disfracen con verborrea “democrática”, no duda en utilizar la barbarie para consolidar su poderío. Y la historia ha demostrado que Israel se levanta en el medio oriente como una comarca servil al imperialismo de EE.UU. y Europa.

Pero ninguna agresión racista y brutal queda sin respuesta. Hombres, mujeres, niños y ancianos Palestinos comenzaron a organizar la resistencia. Cuando el enemigo es una bestia irracional que defiende intereses de la acumulación de capital por sobre los intereses básicos de la humanidad, poner la otra mejilla no es una opción. Así, desde las piedras hasta las balas se convirtieron en los elementos de autodefensa en la lucha legítima por recuperar su territorio y la autodeterminación, pero también en mantener su propia existencia.

A 77 años del inicio de la catástrofe, hoy podemos ver como el Estado genocida continúa con su política de limpieza étnica. Los planes del sionismo buscan borrar completamente a Palestina de su territorio, “conquistar” Gaza e imponer el poderío del Estado títere del imperialismo en oriente medio, con la consecuencia de agudizar aún más la catástrofe humanitaria que se vive en la región. La prensa burguesa, cumpliendo bien su labor, quiere presentar el genocidio como una guerra entre dos fuerzas iguales, pero la verdad es que los objetivos de los ataques del ejercito israelí es la población civil palestina en Gaza. Según cifras oficiales, más de 60.000 personas han muerto desde octubre del 2023, entre ellos 16.000 niños aproximadamente, con una cifra que sube a cada momento. Pero la propensión criminal sionista no solo se limita al ámbito militar, ya que el bloqueo a la ayuda humanitaria a Gaza está matando de hamble a la población. Más de 470.000 personas en Gaza están en situación de hambre catastrófica, y la población en su conjunto está expuesta a la inseguridad alimentaria aguda. Además, según reportan las instituciones observadoras de la tragedia, 71.000 niños y más de 17.000 madres necesitarán tratamiento urgente por desnutrición aguda.
La destrucción casi completa de la Franja de Gaza expone la tendencia de la incursión militar capitalista desde mediados del siglo XX: ya no importa destruir ciudades y poblados hasta su completa desaparición, ya que es una oportunidad de reconstrucción y de inversión para las burguesías transnacionales y nacionales carroñeras que lucran con la tragedia humanitaria. En este escenario, el post-fascista Trump ya fantasea con el negocio de la reconstrucción de los territorios bombardeados por el sionismo, para construir un espacio turístico sobre la sangre y los muertos de Palestina.

Frente a la catástrofe que sufre el pueblo palestino, la clase trabajadora mundial y sus organizaciones no pueden quedarse de manos cruzadas. El Estado sionista israelí obtiene gran parte de su financiamiento mediante tratados de libre comercio con distintos Estados en el mundo que actúan como intermediarios de las inversiones y producción privada. Por medio del trabajo de millones de explotados se generan ganancias a empresas capitalistas que luego son utilizadas para comprar las balas que asesinan a civiles desarmados y niños en Gaza y Cisjordania. Solo la acción organizada de la clase obrera puede frenar el financiamiento del genocidio. Las huelgas y tomas de espacios de producción de las empresas; el boicot a la distribución de bienes de consumo que financian la masacre; la denuncia entre las masas de trabajadores; y, en definitiva, la participación activa de la clase trabajadora con sus métodos y formas de lucha tiene el potencial para poner fin a la barbarie genocida del títere del imperialismo contra Palestina. En distintas partes del mundo ya se ven que los sindicatos denuncian los crímenes de Israel, rompiendo el cerco comunicacional controlado por el sionismo. En Chile, el Sindicato de Trabajadores de Starbucks ha hecho público como dicha empresa es parte del financiamiento del genocidio en su reciente movilización contra las precarias condiciones en que se desenvuelve el trabajo en dicha empresa.

Nuestro llamado como militantes por el socialismo es el siguiente:
– Fin a las relaciones diplomáticas y comerciales entre Chile e Israel!
– No al genocidio y plan de anexión de Gaza
– Fuera las tropas sionistas de Gaza, Líbano y Siria
– Que la clase trabajadora mundial tome un rol activo contra el genocidio financiado por los dueños de empresas que mantienen la explotación y el trabajo precario!
– Por una Palestina Libre, con autodeterminación, única, laica y Socialista!

16/05/25