La irrupción en la escena política del movimiento de mujeres y disidencias es un fenómeno que se ha verificado en muchos países en los últimos años y Chile no es la excepción. Un movimiento de masas con una enorme capacidad de movilización que en nuestro país, particularmente a partir del 2018, logra poner en la agenda pública y mediática la violencias que en sus diversas formas padecen las mujeres y disidencias en todos los ámbitos y que tiene consecuencias más gravosas en la vida de lxs más pobres.
A fuerza de movilizaciones que empezaron desde las universidades y prontamente fueron nutridas por trabajadoras de distintos sectores, se deja en evidencia que la violencia y los abusos tenían como telón de fondo la impunidad garantizada por las instituciones y la justicia, es decir, el estado. El levantamiento popular del 2019 tuvo a las mujeres y disidencias como protagonistas de las enormes movilizaciones contra todo el régimen político que gestionó la democracia capitalista post dictadura y administró y profundizó su legado reaccionario y el 8m de ese año se convirtió en un hito de la lucha de todo el pueblo chileno en pie de guerra contra todo el arco político responsable de décadas de saqueo y explotación a costa de la miseria de las mayorías populares.
Cómo domar a la fiera que se había despertado
El poder de convocatoria de la lucha contra las múltiples modalidades de opresión hacia las mujeres y disidencias y por demandas como el aborto legal, la convirtió en una verdadera causa popular y a éste movimiento en uno de los más dinámicos y potentes en éstos años. Ello disparó distintas políticas dirigidas a neutralizarlo: desde los sectores conservadores un ataque abierto a sus planteamientos y rechazo de sus demandas -en particular la legalización del aborto- y desde la centroizquierda un despliegue demagógico y de cooptación. La finalidad era la misma, despojar a éste fenomenal movimiento de su filo combativo y desarticularlo hasta volverlo estéril.
En su campaña presidencial Boric prometió muchas cosas, entre ellas demandas levantadas por el movimiento de mujeres y una vez en La Moneda se definió como un gobierno “feminista”. Sin embargo, a poco andar quedó en claro que no iba a cumplir con ninguna de sus promesas y, por el contrario, en su política conciliadora con la derecha asumió su agenda represiva y a favor de los intereses de los dueños de Chile. Pero su política de cooptación fue exitosa en gran medida, hoy que la gran mayoría de las mujeres y disidencias trabajadoras se encuentran peor que antes ello no ha merecido ninguna acción de lucha gracias a la política de contención que llevan adelante sectores del movimiento afines al gobierno.
Las condiciones materiales de existencia han empeorado para las mayorías populares luego de la pandemia, con el proceso inflacionario primero y luego con la crisis en materia de empleos. Hoy el desempleo sigue creciendo y en el caso de las mujeres y disidencias sabemos el panorama empeora pues son lxs mayormente precarizadxs, peores remuneradxs y ni hablar si además se trata de unx migrante. Los bajos salarios, aún de aquellxs que trabajan en blanco, hacen imposible calificar para un crédito hipotecario y la política de viviendas accesibles para las familias trabajadoras es completamente insuficiente. Frente a este panorama que solo plantea como horizonte una vida condenada a pagar deudas y sin acceso a ningún derecho, las burócratas del feminismo asumieron un compás de espera en contra de nuestros intereses.
La Coordinadora Feminista 8M, con influencia en la región metropolitana, ha estado ausente de cualquier lucha en los dos años del gobierno de Gabriel Boric. Su política rastrera del actual gobierno es indisimulable. En lugar de organizar la lucha, se han convertido en una organizadora de eventos feministas completamente alejada de las urgencias de las trabajadoras que diariamente nos sacamos la cresta por cubrir las necesidades de nuestras familias. En la declaración de cara a una nueva conmemoración del 8M, dan cuenta de una serie de violencias y precariedades que sufrimos pero omiten señalar a los responsables políticos de ello! O sea, para éstas dirigentas el gobierno no tiene nada que ver en la situación en que nos encontramos las trabajadoras. No sorprende entonces que hayan tenido que salir a desmarcarse del gobierno y aclarar que no son parte de él en el punto de prensa que dieron por éstas horas.
El desafío de construir un reagrupamiento independiente y de lucha
Frente al rol desmovilizador de éstos sectores filo oficialistas del movimiento de mujeres y su consecuente desprestigio ante los ojos las trabajadoras, se hizo patente la necesidad de un reagrupamiento de luchadoras, activistas y organizaciones que se delimite tajantemente del gobierno y del estado y ponga por delante las demandas que tenemos las mujeres y disidencias de la clase trabajadora. Independencia política y perspectiva de clase son los principios constitutivos de la Coordinadora de Mujeres y Disidencias Populares que se conformó a partir de la iniciativa de luchadoras el año pasado, a la que nos sumamos como Fuerza 18 de Octubre. El objetivo de poner en pie una columna independiente y no separatista (que no excluya a nuestros compañeros) el 8 de marzo del 2023 se cumplió: confluímos las organizaciones y partidos que tributan en la izquierda revolucionaria, junto con sectores sindicales, colectivos migrantes, etc. Sin embargo, no se pudieron sortear las dificultades para mantener el trabajo político durante el resto del año y el 25 de noviembre no se logró intervenir como coordinadora.
Febrero nos encuentra con la necesidad de poner en pie una tribuna de lucha en un contexto político internacional marcado por un recrudecimiento de las salidas belicistas de la mano de las potencias imperialistas, en particular, la masacre del pueblo palestino por parte del estado ilegítimo de Israel.
Las compañeras de Pan y Rosas primero que el año pasado se hicieron parte de la Coordinadora de Mujeres y Disidencias Populares, en ésta oportunidad se encontraban articulando desde el espacio “Acción Global Feminista” que en Chile nucleó distintas orgánicas, entre las que se encontraban la Coordinadora Feminista 8M. El debut de éste agrupamiento tiene lugar el 25N del año pasado, luego vino la acción de solidaridad con el pueblo argentino del 24 de enero y en adelante se realizaron reuniones de cara al 8 de marzo. Es decir, que Pan y Rosas se cortó sola para priorizar una articulación con otras organizaciones incluída la CF8M.Nunca quedó en claro que cambió de un año al otro que ameritaba dejar de lado los esfuerzos por delimitarse de la CF8M a la que caracterizamos como completamente funcional al gobierno de Boric. Finalmente Pan y Rosas decide sumarse a la organización de un acto y columna independientes de la Coordinadora de Mujeres y Disidencias Populares porque en la intervención organizada desde el otro espacio no estaba garantizada la delimitación con el gobierno como era previsible.
También las compañeras de Isadora-MST ésta vez decidieron organizar la intervención para el 8M con “Acción Global Feminista”.
No podemos seguir esperando
Lo dicho hasta aquí da cuenta de la necesidad imperiosa de construir las herramientas para intervenir en el movimiento de mujeres y disidencias. Un reagrupamiento que, desde la independencia política y con perspectiva de clase, nos permite avanzar en la organización necesaria para conquistar nuestras demandas. La violencia machista y el aborto clandestino se siguen cobrando víctimas a diario y la solución a éste flagelo no va a venir de ningún gobierno porque siempre han priorizado sus vínculos con las iglesias y los sectores conservadores. La Coordinadora de Mujeres y Disidenca Populares está dando sus primeros pasos, está planteado el desafío de fortalecerla mediante debates francos para avanzar en un acuerdo programático. Cualquier intento serio de construcción política excluye de plano las mezquindades y cálculos oportunistas a corto plazo. Como revolucionarias tenemos la responsabilidad de poner los esfuerzos para avanzar hacia la organización que nos permita conquistar nuestras demandas.