Recuperamos del archivo de Prensa Obrera una serie de tres notas sobre el gobierno de frente popular en Chile con motivo del 50 aniversario de las elecciones que llevaron a la presidencia a Salvador Allende. Leer la segunda parte aquí «La victoria de Allende». Finaliza en la tercera parte «¿Por qué triunfa el fascismo en Chile?».
El 4 de setiembre de 1970 la Unidad Popular triunfaba en las elecciones presidenciales de Chile. Los trabajadores estaban eufóricos y salían masivamente a la calle a festejar. Obreros, campesinos, desocupados, creían que con Salvador Allende el pueblo llegaba al gobierno y que se iniciaba por fin el camino de su emancipación política y social. Nadie imaginaba que había comenzado un proceso que concluiría tres años más tarde en la tragedia del «Pinochetazo». La UP no fue un frente improvisado. Su programa y su estrategia se fueron desarrollando durante un largo periodo que se remonta a la década del 50.
El FRAP y el debate en la izquierda
El antecedente de la UP fue el “Frente del Pueblo” (F.P.), organizado en 1951 por una fracción del PS y el PC. Ambas organizaciones estaban profundamente debilitadas por su política de sometimiento a los gobiernos burgueses. El PC había quedado en la ilegalidad luego de participar con tres ministros en el gobierno del “frente popular” de González Videla (1945) y la mayoría del PS estaba comprometida con la gestión derechista del presidente Ibañez (1952). Allende critica dentro del PS esta orientación y se convierte en el promotor del nuevo frente. La alianza tenía un propósito meramente electoral, levantaba un programa de reformas sociales y se definía a sí misma como coalición “antifeudal y antiimperialista”.
En 1956 el PS se reunifica bajo la bandera del Frente del Pueblo y el PC establece que el FP será el punto de partida de «una alianza democrática con la burguesía nacional” (textual). Ingresan algunos grupos menores y con la denominación FRAP el frente se presenta a los comicios de 1958. El PC es el partido mayoritario de la clase obrera y el PS tiene una amplia base social en la clase media urbana y en menor medida entre los trabajadores. La campaña electoral se polariza entre el candidato conservador, Alessandri, y Allende. Triunfa el primero por escasa diferencia de votos y el FRAP se consolida como agrupamiento durante el gobierno derechista.
En 1984 Allende vuelve a ser candidato, pero esta vez enfrenta el sorpresivo surgimiento de la Democracia Cristiana (de origen falangista), que se afirma en sectores del campesinado y de la masa de desocupados prometiendo una reforma agraria y la construcción masiva de viviendas. El FRAP no denuncia la demagogia electoral del candidato de la DC, Frei, y repite prácticamente el programa y las consignas de ese partido. La derecha se lanza a una feroz campaña maccartista y el FRAP adopta una postura puramente defensiva con el argumento de “no caer en la provocación”. Abandona así la movilización callejera y proclama hasta el cansancio que de su triunfo no emergerá un “gobierno socialista”. Pero las elecciones son ganadas por la DC (con abundante apoyo financiero de la CIA) y se abre un profundo debate en la izquierda.
La dirección del PC reivindica el tipo de campaña que se ha realizado, aunque objeta la «estrechez» del frente en materia de número de aliados. “Prácticamente le ofrecimos al país un gobierno socialista-comunista», declaran sus líderes. Se pronuncia por derechizar el rumbo, publicitando la necesidad de un “gobierno de todas las fuerzas, que solo tenga en su contra a los sectores más reaccionarios». Reclama la incorporación de los radicales (un partido burgués) al FRAP y promete no quebrar bajo ningún concepto el orden institucional vigente. Ubica estos planteos en el proyecto de alcanzar el socialismo «por una vía pacífica”.
El PS vive una situación distinta. Conviven en la organización una extraordinaria gama de fracciones, pero el ala izquierda (Altamirano-Almeyda) ha ganado terreno. En 1968 se realiza el XXII Congreso, que objeta el «defensismo” del FRAP frente a la derecha y rechaza la incorporación del partido radical. Se pronuncia por poner en pie un «Frente de Trabajadores” basado en la independencia política de la clase obrera, se habla de la necesidad de destruir el Estado burgués y se define el carácter socialista de la revolución. Bajo la influencia directa del castrismo, el ala izquierda del PS destaca la inevitabilidad de la violencia en el proceso de transformación de la sociedad.
Pero estas posturas ideológicas no se traducen en una política práctica diferente a la del stalinismo. El PS se mantiene dentro del FRAP, cuya estrategia explícita es acceder al gobierno por vía electoral y no producir cambios que alteren el régimen y la propiedad capitalista.
Fracasa Frei, se forma la UP
Durante el gobierno demócrata-cristiano va madurando en Chile una situación revolucionaria. En 1967 comienza un espectacular ascenso de la lucha social. Huelgas en las fábricas, ocupaciones de fundos en el campo, manifestaciones masivas de los pobladores sin vivienda de la periferia de Santiago, movilizaciones cotidianas de los estudiantes. La gestión de Frei es un completo fracaso. Prometió la reforma agraria y solo distribuyó un porcentaje insignificante de las peores tierras, pagando, además, fabulosas indemnizaciones a los terratenientes. Habló de «chilenizar» el cobre y terminó subsidiando a un grupo de monopolios yanquis a costa de la minería estatal. Las viviendas se construyeron en los barrios ricos. La nueva “moral” que iba a implantar en la administración pública concluyó en innumerables casos de corrupción. El salario que iba a mejorar fue carcomido por la inflación. La DC se fractura, la juventud se va del partido y un ala reformista forma el MAPU.
Cuando faltan pocos meses para las elecciones presidenciales de 1970, se profundiza la movilización popular. Millones de campesinos cumplen exitosamente el primer paro agrario de la historia chilena y al poco tiempo la central obrera paraliza durante 24 horas el país. Todo el mundo percibe que la izquierda puede ganar las elecciones, y en el FRAP comienza la discusión de la táctica electoral. El PC (que venía de reivindicar las “medidas positivas” de Frei) negocia la ampliación del frente y logra la incorporación de un sector del partido radical, del MAPU y de un grupo pequeño burgués llamado API. El PS no pone objeciones y queda constituida la Unidad Popular. El debate sobre el candidato se prolonga durante meses y se convierte en el principal punto de discordia. El PC plantea la alternativa de un poeta como Neruda, con el propósito de bloquear una nueva candidatura de Allende y terminar «desempatando» con un candidato burgués del partido radical. Finalmente, Allende impone su nombre a la cabeza de la UP, luego de una ardua lucha dentro de su propio partido.
En la campaña electoral la UP retoma todas las promesas de Frei. Allende asegurará que habrá tierra, trabajo y vivienda, sin apelar a medidas de expropiación revolucionarla. Allende y el derechista Alessandri se convierten nuevamente en los grandes protagonistas del enfrentamiento comicial. Tomic, representante de la DC, se hace el contestatario y habla contra el “capitalismo”, pero el desprestigio de su partido es irreversible. La lucha electoral se polariza y se convierte en un campo de acción para las masas explotadas. En las regiones más empobrecidas, Alessandri es recibido con verdaderas sublevaciones populares. En Tomé, Loto y Cardenal, la policía debe intervenir para contener el repudio obrero. La presencia de Allende desata, en las mismas zonas, un entusiasmo delirante. Los Comités de Unidad Popular, concebidos para desarrollar la propaganda electoral, se reproducen con tal rapidez que, en setiembre, ya se han fundado 14.800 organismos en todos los puntos del país. La campaña es una batalla violenta con la derecha -que recluta matones en el hampa y provoca a la izquierda. Más de 50 locales de la UP son destruidos por atentados de los grupos fascistas.
El 4 de setiembre se vota. Allende obtiene el 36% de los sufragios, Alessandri el 34% y Tomic el 27%. Por primera vez, un enorme sector del campesinado, la clase media urbana y las mujeres se pronuncian por la izquierda. El festejo popular cubre espontáneamente a todo Chile.
Una estrategia contra el poder obrero
El programa de la UP se elaboró sobre la base del programa democratizante del FRAP. Se reclaman diversas nacionalizaciones financiadas por el Estado y una reforma agraria gradual e indemnizaciones para la oligarquía. La UP se comprometía a no dar ningún paso fuera del “orden legal vigente”, y por eso no objetaba el mantenimiento de la educación privada, el monopolio capitalista de los medios de difusión y la preservación de la estructura jerárquica y antidemocrática de las fuerzas armadas.
El constitucionalismo de la UP era una estrategia explícita contra el surgimiento de toda forma autónoma de poder directo de los explotados. Chocaba con las ocupaciones de tierra, las manifestaciones de autodefensa obrera contra la derecha, y la acción directa de los obreros contra las grandes propiedades capitalistas. El programa de la UP estaba repleto de frases vacías sobre el «ejercicio del poder popular», cuando en realidad se proponía asfixiar las expresiones de esta tendencia en nombre de “la defensa de la democracia». Los comités de Unidad Popular, por ejemplo, fueron limitados exclusivamente al papel electoral, evitando su extensión como embriones de un poder paralelo de los trabajadores.
La izquierda más radicalizada (nucleada en el PS) disfrazó el carácter burgués de la UP con innumerables teorías sobre la utilidad del frente para “acumular fuerzas», “mejorar la correlación de poder con el enemigo” o «ganar espacios». Pero en los hechos se sometió plenamente al PC, que marcaba el paso de la coalición. En ningún momento el PS impulsó una estrategia opuesta al stalinismo y todas las diferencias de lenguaje se fueron borrando a medida que se acercaba el triunfo de la UP. El grupo de líderes del PS -dirigidos por Allende (con una larga trayectoria como funcionarios parlamentarios y municipales) manejaba totalmente las riendas del partido. El MIR (que no integraba la UP) abandonó en ese período su postura abstencionista y se pronunció en favor de la Unidad Popular.
Entre el FRAP y la UP existe una continuidad directa, pero hacia la derecha. A esta última coalición ingresaron representantes de grupos burgueses que no estaban en el FRAP, porque la burguesía había comprendido que tenía que meter a sus hombres en la coalición de izquierda, y porque las burocracias del PC y del PS comprendieron que debían incrementar sus garantías al orden burgués. El stalinismo lamentará por mucho tiempo no haber podido imponer como candidato a un hombre del radicalismo. Es que al tener como presidente a Allende, la burocracia de ambos partidos quedaba con la responsabilidad del ejercicio directo del poder, es decir, que no iba a poder ocultar su incapacidad política atribuyendo esa responsabilidad a los aliados burgueses progresistas. Pero este objetivo, de transferir la autoridad política del Estado del PS y del PC a la burguesía, esta burocracia lo habrá de proseguir hasta el último día. Firmarán un «estatuto de garantías” antes de asumir la presidencia. Incorporarán, más tarde, a militares en actividad al gabinete, y hasta llegará a aceptar en principio (Allende) una reforma constitucional de la DC y los conservadores, que impondrá límites a la acción de «reforma estructural” del gobierno.
El frente democratizante (FRAP) compuesto solo por el PC y el PS, se transformará en UP, con hombres de la burguesía y de la pequeña burguesía reformista. Esta es la coalición que triunfa el 4 de setiembre de 1970.
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