Alberto Fernández emprendió este martes 26 un viaje de Estado a Chile, para reunirse con el presidente Sebastián Piñera, con empresarios trasandinos y con algunos referentes opositores. Lo acompañan el canciller Felipe Solá y los gobernadores de San Juan, Catamarca, Salta y La Rioja.
El vínculo entre Fernández y Piñera comenzó en octubre de 2019 con un intercambio de cumplidos, cuando el mandatario chileno saludó el triunfo electoral del primero y éste lo correspondió con una respuesta amistosa, sin hacer ninguna referencia a la represión criminal contra el levantamiento popular que sacudía a ese país.
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— Prensa Obrera (@prensaobrera) January 26, 2021
En 2020, hubo algunos cruces retóricos cuando Fernández cuestionó la estrategia sanitaria del país vecino. Ese año, también, se retiraron de Argentina las empresas chilenas Falabella y Latam. No obstante, el embajador Rafael Bielsa destaca la “simpatía y cordialidad” entre los dos presidentes (La Tercera, 24/1).
Más aún, los empresarios del país vecino destacan ciertas continuidades respecto a la administración anterior de Mauricio Macri. Rodrigo Hinzpeter, presidente del Consejo Empresarial Chile-Argentina de la Sofofa (Sociedad de Fomento Fabril), señala que “las relaciones con los empresarios en general se mantienen más o menos estables, a pesar de que haya cambios de gobierno. La verdad es que hemos tenido sinceramente un muy buen tratamiento por parte del gobierno del Presidente Fernández (…) no he notado diferencia entre lo que fueron otros gobiernos y él” (ídem).
Fernández se reunirá en Chile con directivos de Cencosud (propietaria de los supermercados Disco), Gas Natural Fenosa y la energética Enel, entre otros. En la agenda está la posible provisión de gas a Chile, la apertura del mercado chileno a la carne aviar argentina, y como contrapartida, la del mercado local a la carne porcina del país vecino. Otro de los puntos es el futuro del túnel de Agua Negra, pieza clave de un potencial corredor bioceánico que conecte el puerto chileno de Coquimbo con Porto Alegre, Brasil. Esta obra quedó entre signos de interrogación ante la cancelación por parte de Chile de un préstamo del BID.
Más allá de la agenda de negocios, Fernández viene reforzando vínculos con los gobiernos derechistas latinoamericanos. Compartió un almuerzo con el uruguayo Luis Lacalle Pou y se prepara un encuentro cara a cara con Jair Bolsonaro, que podría consumarse durante un foro de empresarios de los dos países, en San Pablo, en marzo próximo. A los efectos de preparar esa cita, visitó recientemente el país el almirante Flávio Viana Rocha, secretario de asuntos estratégicos de Brasil y hombre de confianza del excapitán de navío.
El desarrollo de esta agenda diplomática implica archivar incluso las referencias discursivas más tímidas a la política reaccionaria del mandatario brasileño o a la represión en Chile, donde hay cientos de presos políticos y Carabineros dispara a los ojos para cegar a los manifestantes.
En abril se desarrollarán en el país trasandino las elecciones para la convención constituyente. La visita aparece como un espaldarazo a Piñera, de parte de un presidente que es reivindicado por la centroizquierda chilena.
El viaje a Chile, además, ha sido leído por algunos analistas como parte de los intentos del gobierno argentino de congraciarse con el nuevo presidente norteamericano, Joe Biden. Ocurre que Piñera sería el mandatario de la región de mayores vínculos con el demócrata, dado que visitó su país como vice de Obama. Así las cosas, el viaje de Fernández forma parte de una agenda más general que tiene como cuestión fundamental el acuerdo con el FMI, y cuya contracara es el ajuste contra los trabajadores.
La visita del mandatario argentino, en resumen, se concentra en explorar oportunidades de negocios para las burguesías de ambos lados de la Cordillera y en afianzar lazos ante la nueva etapa que se abre con la asunción de Joe Biden en los Estados Unidos.
La política exterior, suele decirse, es una prolongación de la política interior.