Chile: colapso sanitario y levantamientos por comida

Nota publicada originalmente en Prensa Obrera.

  • Sebastián Pezo

El lunes 18 se vivió una intensa jornada de protestas que comenzó con la movilización de los pobladores y pobladoras de la comuna del Bosque, reclamando contra el hambre y la carestía. Rápidamente, la movilización tomó las calles de la periferia y también el centro de Santiago, culminando con cacerolazos y enfrentamientos directos en la calle con las fuerzas policiales. Esto se extendió a ciudades del interior.


La olla a presión


Como ya veníamos mencionando en notas anteriores, era ineludible que la movilización estallara en algún momento de la cuarentena pues todas las contradicciones que detonaron la rebelión popular se agudizaron con la aparición de la crisis sanitaria. Desde la llegada del coronavirus a suelo chileno, el minutero del tiempo ha comenzado la cuenta regresiva y hoy comenzó el primer round de la rebelión popular en cuarentena. 


La tenaz movilización de las y los trabajadores chilenos no sólo se ha desarrollado en los barrios populares, sino que se ha trasladado también a la lucha de jóvenes sindicatos como el de Burger King y McDonald’s, así como a los repartidos de Pedidos Ya, los trabajadores de la salud en la FENATS y también a los trabajadores del cobre que el lunes de manera simultánea desarrollaban una gran movilización en las afueras de la minera Guanaco (en Antofagasta) para evitar la suspensión y mantener intacto el pago de sueldos.


Las medidas antiobreras del gobierno de Sebastián Piñera han calado hondo con la suspensión de contratos y el saqueo de los fondos de cesantía. El rescate a la banca y también al gran capital ha sido la punta de lanza del gobierno, sometiendo al Estado a un profundo endeudamiento con el FMI para poder paliar la crisis financiera y sanitaria. Se suma la ineficiencia del sistema de salud y su eventual colapso en los próximos días, pues ya no quedan ventiladores mecánicos y los trabajadores de la salud vienen reclamando ante la precarización laboral y exposición a contagios desde que comenzó el virus.


Piñera en el ojo de la tormenta


Piñera ha tenido que lidiar con la rebelión popular y también con la crisis sanitaria manteniéndose en el poder sólo gracias al blindaje que ha recibido por parte de la burguesía, los partidos del régimen y el imperialismo. Este sostenimiento de las fuerzas del régimen  insinúa un “gobierno de unidad nacional”, que ha dejado en evidencia el férreo compromiso que todos los sectores políticos tienen con el legado de la dictadura pinochetista. Esto tiene sus propias contradicciones, pues mientras tratan de rescatar a la burguesía nacional y asegurar sus ganancias con una serie de medidas antiobreras, como la ley de protección de empleos, se endeudan con el FMI para fortalecer al capital financiero. Finalmente las patronales y el gobierno chileno no pueden estar ajenos a la tendencia a la disgregación, fruto de la brutal guerra comercial y las tendencias a la quiebra, que dominan el escenario mundial.


Las jornadas de estos días tuvieron su antesala con los reclamos por una cuarentena total en Chiloé y el cierre del litoral central en abril, también con las movilizaciones de principios de marzo con un vigoroso movimiento de mujeres.


La diferencia entre esas movilizaciones previas y la movilización del 18, es que el hambre ha aflorado entre las masas y el reclamo de alimentos ha refrescado el rechazo a Piñera y su gabinete. El hambre y la cuarentena amenazan al gobierno de Piñera con un recrudecimiento de la rebelión popular iniciada el 18 de octubre. De este modo no es nada casual que a unas horas de estallado el conflicto en la periferia, el gobierno anunciara un plan de 2.5 millones de canastas básicas para las familias más vulnerables, tratando de amortiguar el impacto de un conflicto que se mantuvo por todo el día.


No hay cuarentena que aguante sin comida, sin salud y sin trabajo


La situación de miseria de las y los trabajadores pronto llegará a un punto de no retorno. La emergencia de las ollas comunes como una respuesta popular generalizada esta siendo la tónica en los barrios inundados por la pobreza. El desempleo crece a pasos agigantados y se espera que llegue a un 18%, superando los 1.300.000 despidos entre marzo, abril y mayo. Se plantea el desafío de organizar a los trabajadores desocupados para que actúen en unidad con los ocupados y no sean utilizados como fuerza de presión para la baja de salarios y despidos.


Como vemos está más vigente que nunca el fuera Piñera. Es necesario desarrollar una respuesta organizada en los barrios pobres y en los sindicatos. La lucha por un fortalecimiento de la salud pública, la lucha por el reparto de las horas de trabajo y la prohibición de despidos. También por un seguro al desempleo para hacer frente a la carestía y el hambre. Este es el desafío de las movilizaciones que se avecinan en los días próximos.