No es de extrañar el ensañamiento represivo con los pobladores de Lo Hermida. Un barrio que supo ser foco de resistencia a la dictadura cuando el exilio no era una opción para ellos, hoy se encuentra organizado y de pie por el derecho a la vivienda.
Desde sus ventanas pueden ver el fundo de 120 hectáreas ociosas y denuncian que sólo en Peñalolén existen más de 18 mil familias sin acceso a un hogar propio, viviendo en situación de allegados y hacinamiento en los monoblocks. En los alrededores la especulación inmobiliaria en complicidad con el municipio y el Estado hacen lo suyo construyendo barrios completos, ofreciendo la tranquilidad de una “casita en el barrio alto” con tres dormitorios, dos baños, lo que la Unidad de Fomento permita cobrar y con jugosos planes de dividendo que ni siquiera la privilegiada clase media puede acceder entre salarios de miseria, deudas universitarias y un altísimo costo de vida.
“Chile despertó: ya no es hora de esperar soluciones, es hora de conquistarlas”, dice el comunicado de la toma simbólica de terrenos que realizó ayer el Comité de Vivienda Luchadores de Lo Hermida que fue brutalmente reprimida para luego iniciar una cacería por toda la población, pasando por encima de niños, ancianos y mujeres, violentando sus casas y llevando a cabo detenciones arbitrarias. La represión de la toma Lo Hermida es un ejemplo de la impotencia e incapacidad de ahogar la rebelión por parte del gobierno.
El reclamo de estos habitantes empalma con una rebelión generalizada. Mientras en el Congreso se discute la letra chica de un proceso constituyente con el presidente Sebastián Piñera aún en la Moneda, las calles siguen repletas de luchadores que exigen la salida del presidente y una Asamblea Constituyente que emane del pueblo y se saque de encima el lastre de más 30 años de abusos avalado por todos los partidos del régimen.
Hay fuerzas para ir por la huelga general y el definitivo Fuera Piñera. Y por una Asamblea Constituyente libre y soberana que reorganice el país sobre nuevas bases sociales.