Chile: mochilazo estudiantil en la vuelta a clases

Nota publicada originalmente en Prensa Obrera.

  • Sebastián Pezo

Con el comienzo de clases, el miércoles 4, comenzó la lucha estudiantil. Lo que se avizoraba durante el verano -una nueva irrupción del movimiento secundario para marzo- ha empezado a materializarse. Los secundarios, que dieron el puntapié inicial a la rebelión popular chilena, retoman ahora la movilización con fugas masivas de los colegios, cortes de ruta y enfrentamientos con carabineros en todo el país.


Las acciones de lucha y la represión


Más de un centenar de colegios han visto interrumpida su vuelta a clases debido a esta irrupción. En la capital, los secundarios de la periferia protagonizaron un tenaz enfrentamiento con las fuerzas represivas en Puente Alto y Renca, donde se produjeron ataques masivos a los cuarteles de Carabineros. Las regiones Arica y Antofagasta siguen siendo el epicentro de brutales choques y masivas movilizaciones callejeras.


La evasión de los molinetes del metro (subte), en lo que va de marzo, ha sido otra de las principales formas de protesta de los secundarios. El miércoles 4 se cerraron siete estaciones, debido al desborde de estudiantes y trabajadores que se oponen a seguir pagando las altas tarifas del transporte público. El jueves ocurrió lo mismo con dos líneas completas. 




En respuesta, el gobierno ha puesto en marcha una fuerte ofensiva represiva y una política de criminalización de la protesta social. Las jornadas del 2 de marzo pasado, denominado por el movimiento de mujeres como el “superlunes”, fueron atacadas por el gobierno y los Carabineros deteniendo a un centenar de personas, dejando cuatro heridas con balas de plomo e incluso asedando a los bomberos. 


El “plan marzo” de Carabineros no solo consiste en una brutalidad policial sin precedentes, sino que también habilita la apertura de cupos a civiles dentro de las comisarias, para apoyar con tareas logísticas. A ello se le suma la reapertura de los servicios de inteligencia que funcionaban en dictadura, con el objetivo de focalizar la represión y la persecución a dirigentes sociales y miembros de la resistencia callejera.



Los desafíos 


Aunque es claro que las grandes reivindicaciones del movimiento estudiantil se centran en la lucha contra el arancelamiento, las restricciones y por la gratuidad de la educación, también es cierto que el movimiento carece de un pliego reivindicativo y político preciso y definido. Esto se debe a la ausencia de una organización estudiantil que unifique a todo el movimiento. 


Sucede que la dirección política de la CONES (coordinadora de estudiantes secundarios), el Partido Comunista, con su política tributaria del régimen, ha bloqueado la posibilidad de que ese organismo se transforme en el canal de organización de los secundarios. El movimiento estudiantil ha salido a la pelea, y se ha transformado en un gran protagonista de la rebelión popular, desbordando e ese organismo. Frente al vacío dejado por la CONES, la ACES (otra coordinadora secundaria) ganó un lugar de referencia en la lucha por el boicot a las Pruebas de Selección Universitaria (PSU) durante el verano. Pero la política sectaria de la dirección de la ACES, transformándola en un agrupamiento hegemonizado por una única tendencia política y desnaturalizando su carácter de frente único de lucha -que debe tener toda coordinadora-, es un limitante para que pueda convertirse en el canal donde se centralice el movimiento. 


La tarea concreta que tienen por delante las y los estudiantes es avanzar en la puesta en pie de una coordinadora única del movimiento secundario. En ese camino, es necesario impulsar y desarrollar cordones estudiantiles y encuentros regionales para avanzar en la elaboración de un pliego común y un plan de lucha unificado. El pliego, además de incluir las grandes reivindicaciones del movimiento como la gratuidad de la educación, el fin de las PSU y el acceso irrestricto a las universidades, debe incluir los principales planteos políticos de la rebelión popular: Fuera Piñera, abajo el Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución, por una Asamblea Constituyente libre y soberana. Es necesario, asimismo, que el movimiento secundario levante bien alto la bandera de la unidad obrero-estudiantil. 


La dinámica combativa del movimiento secundario debe ser un acicate para que irrumpa la clase trabajadora, la principal víctima de la privatización educativa.