Chile no duerme

Nota publicada originalmente en Prensa Obrera.

  • Soledad Díaz García

Viernes 15 de noviembre. Es de noche en Santiago, después de un largo día nos dimos un tiempo para escribir. En las calles la jornada de lucha no termina. La ciudad está copada por jóvenes manifestantes que con piquetes y barricadas mantienen el control de las calles. Chile no duerme.


Viajamos con pronunciamientos de apoyo a la lucha chilena muy importantes. El sindicato del neumático Córdoba (SUTNA), los trabajadores municipales de Jesús María, la CTA autónoma Córdoba enviaron declaraciones de solidaridad. Trajimos también el pronunciamiento de la asamblea #NiUnaMenos Córdoba. El activismo de la provincia se referencia en la lucha del país trasandino y ve como necesidad la unidad de los trabajadores en toda Latinoamérica.


Recién llegadas a la ciudad, y luego de tomar contacto con varios activistas estudiantiles, nos dirigimos hacia la Plaza Italia, renombrada Plaza de la Dignidad, para participar de la “Marcha del Millón” que en esta edición coincidía con el aniversario del asesinato del comunero mapuche Camilo Castrillanca a manos de los carabineros.



De camino a la concentración, nos sumamos a una columna que bajaba de la universidad. A su paso se escuchaba “ya vas a ver las balas que nos tiraron van a volver”, “Piñera concha e’ tu madre asesino igual que Pinochet”, “¿El pueblo dónde está? El pueblo está en las calles gritando dignidad”. Ya desde temprano todo indicaba que la convocatoria volvería a ser masiva y radicalizada.


Hablamos con dos pibas. Le preguntamos su opinión sobre el último acuerdo de cara al plebiscito. Nos contestaron con ironía: 'el único acuerdo que nos ofrecen son los gases lacrimógenos'. Sostuvieron que no hay conciliación posible sin que Pilera vaya preso, que se vaya. Este rechazo fue ratificado por la contundencia de la marcha que quebró una vez más la ilusión de una paz social trucha contra los intereses del pueblo.


En la misma tónica se pronunciaron todos los entrevistados, ´un acuerdo que no son nuestros reclamos, cerrado entre cuatro paredes ´.




Se trata de una nueva maniobra del régimen político para contener la rebelión chilena y darle una salida regimentada a través del parlamento. La oposición ha salido al rescate de Piñera jaqueado por la incesante movilización popular.


Hablamos con Soledad y Liliana movilizadas con un grupo de madres autoconvocadas que estaban en las calles por que los ´cabros están solos´ (en referencia a los jóvenes). En una pancarta se leía “Esos ojos que quitaste los fecunde yo”. Su protesta, expresa el amplio apoyo de la población al papel que han tenido los jóvenes en este levantamiento. Cruzamos durante el día gente que no iba a participar o había participado de alguna acción pero defendía firmemente la justeza de los reclamos siempre con la frase “Chile se despertó”.


Entre la gran concentración vimos a Marcela caceroleando con su compañero y nos acercamos a charlar. Ellos aclararon que el problema no es solo el gobierno actual, sino todo lo que se arrastra desde la dictadura de Pinochet. Dieron cuenta para ello del enorme problema que sufren con el ataque a las jubilaciones a partir de las AFP que se arrastra desde hace años.


Nos encontramos con manifestantes que reclamaron justicia por los asesinados, desaparecidos, detenidos y violentados. Reclamos por las hipotecas que tienen que enfrentar muchísimas familias para costear los estudios universitarios. Grupos que exigen el fin del vaciamiento en el sistema de salud, carteles que piden financiamiento para el tratamiento del cáncer y el autismo, entre otros.




De regreso de la marcha pasamos por uno de los hospitales de la ciudad, se encontraba colapsado. 2381 personas se encuentran heridas y hospitalizadas, y en este día se sumó un joven muerto en medio de la Plaza de la Dignidad.


En la cuarta semana de protestas en Chile el gobierno sigue empeñado en descomprimir con los racimos de gas pimienta, pero lo que realmente se destaca en la postal de esta enorme jornada de lucha es la insistencia en no abandonar las calles, reagruparse y marchar, siempre marchar.