Numerosas actividades se realizaron en estos finales de julio, tanto en Punta Arenas como en conjunto con la Patagonia argentina, en conmemoración de aquel 27 de julio de 1920, en que tropas militares, policiales y de la “Liga Patriótica” asaltaron violentamente en la madrugada el edificio de la Federación Obrera de Magallanes, en la zona céntrica de Punta Arenas. Entre otras, la Anef (sindicato estatal de Chile) de Punta Arenas organizó un panel de historiadores y dirigentes al que me invitaron como secretario de la CTA Santa Cruz.
La FOM había sido fundada en 1911, como resultado de la unión de una cantidad de asociaciones de socorros mutuos y grupos de resistencia que ya contaban más de treinta años de trayectoria en la organización obrera local. Punta Arenas era un polo de desarrollo regional inmenso en los primeros años del siglo XX. Oleadas de trabajadores europeos se instalaron en la región y trajeron las ideas revolucionarias consigo.
Si bien la orientación dominante era anarcosindicalista, convivieron en esta central los socialistas y otras corrientes. Los historiadores llaman la atención sobre un punto y es la amplitud y representatividad lograda por la FOM que llegó a “federar” a más de la mitad de toda la población adulta de Punta Arenas. Editaba su periódico “El Trabajo”, tenía su imprenta, y edificio propio con biblioteca y una amplia sala teatral anexa, donde se proyectaron los primeros filmes que se conocieron en la ciudad.
El trienio del 19 al 21 fue ampliamente convulsivo. Precios de la lana en baja, caída del movimiento portuario con motivo de la inauguración del canal de Panamá, marcaban una crisis que los estancieros y exportadores descargaron sobre los trabajadores. La Patagonia Rebelde, como la conocemos en Argentina, fue el resultado de años de preparación de la organización obrera regional en el marco de la crisis económica señalada. Se trató de un proceso que integró el extremo sur patagónico de ambos lados de la frontera y cuyos protagonistas, en su mayoría trabajadores chilenos, pero también inmigrantes europeos así como una minoría de argentinos, fueron recorriendo una experiencia de lucha en común.
En enero de 1919 (mientras en Buenos Aires se desarrollaba la enorme huelga conocida como la Semana Trágica), los trabajadores del frigorífico Bories en Puerto Natales declaraban la huelga, tomaban el arsenal de la empresa y con esas armas asumían el control de la pequeña ciudad por 3 días completos, hasta que por barco y por tierra el ejército y la armada acudieron desde Punta Arenas a sofocar el levantamiento. La revuelta quedó en la historia con el nombre de “los Tirapiedras”.
En 1920 la tensión social iba creciendo y como parte de ella se produjeron dos hechos significativos. De un lado, la fundación casi contemporáneamente con Argentina de las “Ligas Patrióticas”; del otro, un reclamo de la policía en febrero de ese año que fue muy particular. Relatan que en la formación matinal, algunos policías se quejaron ante su jefe porque hacía tres meses que no les llegaba el sueldo. El jefe golpeó a uno de los policías y el grupo de policías se retiró en señal de protesta y fueron a la FOM a redactar una nota de reclamo hacia el gobernador Bulnes. La gravedad del hecho terminó de convencer a las autoridades que era necesario destruir a la FOM y deportaron inmediatamente a los policías al norte de Chile. Las autoridades nacionales estaban al corriente de los preparativos del asalto, tanto que con una metodología muy similar habían producido apenas unos días antes el asalto a la Federación de Estudiantes de Chile (Fech) en Santiago.
La madrugada del 27 de julio tropas en número cercano a los cien se apostaron y comenzaron una sostenida balacera con máuser. Dentro de la sede una guardia cercana a los treinta hombres defendían el lugar. Hacia las 3 de la mañana destruyeron la puerta principal e ingresaron a fuego y sable hiriendo a los obreros que no habían alcanzado a huir. Los archivos de la cruz roja revelan que fueron atendidos por heridas de bala y de sables decenas de trabajadores. En la tumba de la FOM hay casi una decena de muertos de esa noche. Solo un militar murió en la refriega. A poco de ingresar las tropas tumbaron la estufa central provocando un incendio gigantesco. Los tanques de aceite de la imprenta estallaron acrecentando el fuego que invadió también tres casas linderas. Una parte de los obreros logró escapar -en muchos casos heridos- por los fondos y las casas del vecindario.
La iglesia calló, los diarios locales no salieron por varios días, el gobernador Bulnes falsificó la información hacia los medios de prensa nacionales. Paradójicamente se inició una causa judicial por el incendio, a los dirigentes de la FOM, varios de los cuales fueron encarcelados. Así como en Argentina durante décadas se ocultó lo ocurrido con la patagonia rebelde, algo similar ocurrió del lado chileno.
El afán internacionalista de la FOM se revela además por los viajes que en 1913 y 1916 realizaron sus dirigentes a Río Gallegos para fundar una Federación similar en el extremo sur argentino. Les llevó su tiempo pero, hacia finales de esa década, era una realidad la Asociación Obrera de Río Gallegos.
Los Braun, Menéndez, Blanchard y otros eran amos y señores de ambos lados de la frontera que para algunas empresas simplemente no existía ya que sus campos empezaban en un país y terminaban en el otro. Desde Punta Arenas despachaban barcos a contratar a la peonada en la isla de Chiloé y los enviaban a las estancias de Puerto Deseado, San Julián y el territorio de Santa Cruz en general. Los chilotes fueron una parte sustancial de esa clase obrera levantada en la Patagonia y también de sus mártires.
La FOM mantuvo su funcionamiento hasta 1924 y de ella el revolucionario chileno fundador del PS y el PC Emilio Recabarren (que la visitó en 1916), escribió en Buenos Aires que había venido a aprender de esa impecable organización, sindical, cultural y política de los trabajadores magallánicos, a los que no logró convencer para que se integren en la Foch(Federación Obrera de Chile que también Recabarren había fundado en 1909)
Una parte de los obreros perseguidos en Chile emigró a Santa Cruz y formó parte de la continuidad histórica de los acontecimientos aquí relatados. En la primavera de 1920 comenzaba la primera huelga rural en Santa Cruz, desatando una agitación sindical y política que no cedería hasta la masacre perpetrada por las tropas de Varela un año más tarde.
Cien años después en medio de la rebelión chilena de noviembre pasado, varios dirigentes y trabajadores, convocados por Samanta Galván, secretaria de la CTA de Río Turbio, participaron en las marchas de Puerto Natales, se reunieron con los luchadores chilenos y decidieron trabajar para organizar un frente de trabajadores patagónicos.
Estos lazos continuaron en pandemia con un encuentro regional vía zoom y se han vuelto a reforzar con las actividades virtuales de homenaje a los mártires del incendio de la FOM. Una comisión de homenaje a las huelgas patagónicas se ha formado en Santa Cruz y el pasado se cruza con el presente en cada uno de estos encuentros. Hemos estrechado lazos que sin duda tendrán continuidad en las batallas (y los homenajes) venideros. Como hace 100 años, entre nosotros las fronteras no existen.