‘Unidad nacional’ al rescate de Piñera y contra la rebelión popular

Nota publicada originalmente en Prensa Obrera.

  • Pablo Giachello

En la madrugada de hoy, todo el arco político chileno, desde la alianza oficialista Chile Vamos, pasando por la ex Nueva Mayoría y llegando al Frente Amplio, firmó un “Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución”. 


El acuerdo atiende al “llamado formulado por el Presidente Sebastián Piñera” y establece como punto número uno el restablecimiento de “la paz y el orden público”. El pedido de Piñera, de alcanzar con la oposición un acuerdo de ‘pacificación’ del país y habilitar una reforma constitucional amañada, tuvo lugar luego de un mes de combates callejeros, en el que fracasaron todas las maniobras de Piñera para apagar la rebelión: el toque de queda, el paquete de medidas sociales y la renuncia de todo el gabinete. Pero el llamado de Piñera, tuvo lugar, especialmente, luego de que se concrete, el martes pasado, el tercer paro nacional, en el que se registró un ascenso de la combatividad y belicosidad del pueblo chileno, que exige la caída de Piñera y la realización de una Constituyente libre y soberana. La lucha se combina con la deliberación en asambleas vecinales, de trabajadores y estudiantiles. 


La ‘oposición’ política no ha visto otra alternativa que poner su firma al pacto reclamado por Piñera. Pues oficialistas y ‘opositores’ han tomado nota de que la rebelión popular está cuestionando a todo un régimen (¡no son 30 pesos son 30 años!) y que es necesario cerrar filas. En cierta medida, el pacto con la 'oposición' es la última carta que se juega Piñera para sostenerse en el poder. La lucha de la juventud, los trabajadores y el pueblo chileno ha puesto en la picota a todo un régimen social y político. 


Constituyente amañada


La ‘unidad nacional’ ha colocado a la reforma constitucional como mascarón de proa de una  estrategia contrarrevolucionaria. Que esto es así lo refleja el hecho de que la reforma que pactaron oficialistas y  ‘opositores’ plantea el restablecimiento del ‘orden público’ -la continuidad de Piñera- como condicionante para que se lleve adelante la reforma. Es decir, dar lugar a una reforma tutelada por un presidente completamente jaqueado por la movilización popular. 


Eso en el mejor de los casos, pues el “Acuerdo por la Paz social y la Nueva Constitución” establece la realización de un plebiscito para abril, en el cual se terminará de definir si se procede o no a la reforma. En el plebiscito se definiría, a su vez, si los representantes de la convención constituyente serán electos en su totalidad o si la mitad de ellos serán los actuales parlamentarios. De imponerse en el plebiscito de abril el sí a la reforma, la convención recién comenzaría a sesionar en octubre de 2020 y se desarrollaría a lo largo de 9 meses, con la posibilidad de 3 meses más de extensión. Todo ese paquete se sometería luego a un plebiscito final ratificatorio. Y, finalmente, ¡las reformas que surjan de la convención serán sometidas al actual parlamento! Es decir, los partidos del régimen se reservan la posibilidad de vetar las reformas que emanen del proceso constituyente. 


Continuar la lucha


El Partido Comunista fue la única fuerza que no firmó el “Acuerdo”. Pero el modelo de plebiscito que el PC firmó ayer mismo con otros partidos del centroizquierda se parece como dos gotas de agua al planteado por el “Acuerdo” promovido por Piñera. El Partido Comunes, por ejemplo, firmó el acuerdo con el PC por la tarde y por la noche el “Acuerdo” impulsado por Piñera. Desde el comienzo de la rebelión, el PC ha sido un enemigo acérrimo de la consigna “Fuera Piñera”.  Es evidente que no ha firmado el “Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución” con el único objetivo de mantener alguna autoridad entre el movimiento de masas, para preservar cierta capacidad de contención de la lucha popular.


Es claro que el pueblo chileno debe rechazar y repudiar este pacto y continuar la lucha. La caída de Piñera es la precondicion para que exista una Constituyente libre y soberana, es decir,  una Constituyente convocada por las organizaciones de las masas en lucha. La rebelión popular chilena todavía tiene mucho para dar, es necesario extenderla peleando por la huelga general.