A pocas horas del plebiscito, se agrava la crisis y los partidos de los 30 años se aprestan a un nuevo pact

Que el plebiscito de salida tenga lugar en un escenario de recrudecimiento de la crisis, cuando justamente se lo pretendía como el instrumento para cerrar la abierta por el levantamiento popular del 2019, da cuenta de su profundo calado. Así el operativo de gran envergadura pactado el 15 de noviembre de ese año, no cumplió con el objetivo según su diseño original al menos. Si bien las encuestas coinciden en que hay mayores probabilidades de que triunfe la opción del rechazo, la recta final está marcada por la incertidumbre frente a una elección que tiene la novedad del voto obligatorio e inscripción automática, lo que podría significar una participación récord, que no se sabe a qué opción beneficiaría.

Lo cierto es que sea que triunfe la opción del Apruebo o la del Rechazo, desde el oficialismo y la oposición están negociando el escenario post plebiscito, un “amplio/gran acuerdo” de cara a las reformas al nuevo texto o a la constitución vigente. Los “apruebazos” no alejan el pesimismo imperante en el oficialismo. Es que el triunfo del rechazo significa un grave golpe al gobierno que en 6 meses en La Moneda acumula un marcado desprestigio popular. Con 3 años y medio de mandato por delante, el cambio de gabinete que se espera no alcanza para remontar la debilidad que una derrota dejaría en el oficialismo. Por éso se avizoran  realineamientos mayores en la coalición oficialista, que básicamente implican un copamiento del gobierno por parte de los partidos de la ex concertación, incluída parte de la DC -la que va por el apruebo- que por ahora no está integrada.

En todo caso, no se esperan los guarismos del plebiscito de entrada donde el apruebo se impuso con un aplastante 80%. Es poco probable que la opción que se erija triunfante lo haga con tanta diferencia. Hay una experiencia recorrida con la convención y con el gobierno que dejaron como saldo un marcado desgaste de las expectativas.

La crisis económica como telón de fondo y la respuesta represiva

En Chile se desenvuelve una crisis económica que en lo que va del año sólo se agravó. No habiéndose recuperado el nivel de empleo previo a la pandemia, ya es el segundo trimestre con crecimiento negativo, por lo que el fantasma de la recesión empieza a corporizarse.  Así mismo, la crisis internacional ha impactado de lleno en la economía chilena devaluando el peso lo cual, a su vez, generó mayor inflación llegando a niveles que no se verificaban en décadas en ambas variables. A ello hay que sumar la caída del precio del cobre, principal commodity del país. No hace falta ser un experto para saber que la devaluación y la inflación afectan mayormente a las y los trabajadores quienes deben afrontar la carestía con cada vez menos recursos.

El gobierno de Boric, lejos de atender las urgencias de las familias trabajadoras asumió la agenda de la derecha sin miramientos. La detención de Héctor Llaitul, las querellas que presenta a diario contra luchadores y activistas, el despliegue represivo en el sur, las brutales represiones a estudiantes, se inscriben en éste derrotero. Boric es hoy la carta de la burguesía para maniobrar en este escenario marcado por un gran descontento popular que por ahora se manifiesta en como una decepción hacia el gobierno y hacia el proceso constituyente. Así las cosas, los recursos políticos de contención del gobierno tan desgastado a poco de asumir no son tantos. La derecha abroquelada en el congreso y con la posibilidad de alzarse con un triunfo el próximo domingo, logra recuperarse de las profundas derrotas acumuladas  por obra y gracia del oficialismo. 

¿Qué representa el voto nulo en éste cuadro?

Es un voto de oposición a una constitución que en esencia es un rescate del régimen instaurado por la dictadura. Por supuesto que el régimen aún en crisis por la rebelión no puede simplemente presentar el mismo plato, tiene que disimularlo con algo nuevo y esa función de reciclaje la cumplen los “derechos sociales” que no vienen acompañados por ninguna garantía de que se efectivicen. Más bien lo contrario, han firmado pactos para rebajarles el tono y las negociaciones con la oposición van en ésta dirección. Estamos frente a una completa estafa y por lo tanto hay que oponerse.

Así mismo, el voto nulo es un voto de oposición frente al operativo político que representa el Apruebo para intentar cerrar las perspectivas que abre la rebelión. A casi 3 años del impresionante levantamiento del pueblo chileno, donde pasamos por un esquema de numerosas elecciones, discusiones de reglamentos en la convención, del circo de las iniciativas populares que en su gran mayoría fueron rechazadas por el pleno, de discusión de normas y enfrentamientos teatralizados, pretenden que sigamos detrás de la zanahoria ahora discutiendo artículos e incisos de normas cuando lo esencial se resuelve en la cocina de los partidos. No podemos someternos sin más a éste callejón sin salida.

Por último, el voto nulo es un voto contra el gobierno. Boric fue artífice de este operativo contra el pueblo y se apresta a culminarlo en aras de los intereses de sus mandantes, los capitalistas. Si gana el apruebo, sale fortalecido un gobierno que es enemigo de la clase trabajadora.  El voto nulo representa una alternativa independiente y de lucha de la clase trabajadora por todos los derechos negados, por la libertad de lxs presxs polítixs, por la desmilitarización de Wallmapu.