Tras dos semanas de paro camionero con focos de camiones interrumpiendo el desplazamiento de los chilenos de a pie en distintos puntos de las carreteras a pesar de los enormes beneficios que han entregado los distintos gobiernos en las últimas décadas sin excepción, se repite la lección histórica bien aprendida por este gremio empresarial: siempre logran doblarle la mano a todos los gobiernos que gestionan la democracia burguesa valiéndose de su carácter monopólico privado que ha sido permitido y avalado por el sistema.
Se trata del “bautismo de fuego” de una nueva agrupación llamada “Fuerza del norte” que, aunque relativamente chica, cuenta con afiliados desde Arica hasta le región central de Chile. Las características de esta nueva asociación es que se trata de un sector de camioneros más bien pequeños, es decir, no son empresarios con grandes flotas de camiones y su radicalidad y prepotencia, avalada por el partido republicano y el partido de la gente que han encontrado en esta asociación de empresarios un eje político más para evidenciar la incapacidad de un gobierno devaluado políticamente.
Lo sintomático es que las dos agrupaciones de camioneros -Confederación nacional de dueños de camiones (CNDC) y la Confederación nacional de transporte de carga (CNTC)- aunque no participaron de las medidas e intentaron desmarcarse se avinieron a aceptar la no despreciable oferta del gobierno consistente entre otras regalías (que nunca aparecen cuando de reclamos de trabajadorxs se trata); en la inyección de US$1.500 millones al Mepco; el envío de un proyecto de ley – en diciembre – para mantener sin cambios el precio de diésel por 120 días, la extensión del beneficio de reintegro parcial del impuesto específico por al menos un año y la conformación de una mesa tripartita para abordar mecanismos que permitan que eventuales fluctuaciones de los combustibles sean reflejados en las tarifas de los generadores de carga del transporte. Éste paquete de concesiones saldrá millones de dólares al fisco, los mismos que son negados para la asistencia social para las familias cada vez más complicadas por la carestía reinante. No hay que pasar por alto además el destacado rol de mediador en el conflicto de Juan Sutil de la CPC, por lo que tampoco puede causar sorpresa el acuerdo leonino firmado a favor de los extorsionadores.
Queda demostrado que si los dos tiburones grandes, CNDC y CNTC, aceptaron este regalo del gobierno no es ocioso sacar conclusiones de por qué esta nueva agrupación camionera es capaz de radicalizar sus demandas. De nuestra cuenta entregamos este dato: el republicano y el PDG son partidos que entre enero y octubre, se les han desafiliado 2885 y 2687 militantes respectivamente, por lo que allí podemos encontrar una buena razón para incentivar la radicalización de esta hueste empresarial, teniendo en cuenta que desde el 4 de septiembre se les daba la posibilidad de convertirse en la bisagra parlamentaria, que regularía el que hacer parlamentario en función de la estabilidad sistémica, por lo visto era más autorreferencial que nada. Ello sin embargo, no nos releva de la responsabilidad de seguir el devenir de éstos agrupamientos políticos ultraderechistas como fenómenos que surgen ante la aguda crisis del régimen político vigente y sus partidos y en ningún caso podemos subestimar su influencia en la clase trabajadora. El partido de Boric también tiene una merma de militantes; convergencia social (CV) perdió 2219 militantes en este periodo, estos datos demuestran la debilidad de unos (el gobierno) y la ofuscación de otros, republicanos y PDG. Quienes abonaron la tesis de la derechización del pueblo por el resultado del 4 de septiembre pierden de vista que también a RN y la UDI se le desafiliaron en este periodo -1545 y 1435 militantes respectivamente-. La izquierda patronal que no reconoce su responsabilidad en la derrota del Apruebo como producto de la desafección de un pueblo que captó claramente su deriva pro capitalista en solo seis meses de gestión, demuestra que los chilenos trabajadores están muy despiertos y prestos a castigar la fanfarria populista de los gobernantes.
Con todo, nuestra posición política difiere claramente de cualquier idea contemporizadora con el gobierno y la oposición sistémica, porque frente a los intereses de la clase obrera no tienen grietas para defender sus billeteras expoliadora. Aquí decimos; solo un gobierno de trabajadores terminará con el chantaje político de un gremio empresarial que históricamente ha devenido estrella de la burguesía nacional. No hay atajos, con ése norte estratégico debemos construir la organización política que nos permita como clase avanzar en ése sentido.