Estrecho margen del oficialismo. La derecha abroquelada queda en condiciones más competitivas
Este 16 de noviembre se realizó en Chile la primera vuelta presidencial y las parlamentarias bajo la modalidad de voto obligatorio. Los resultados confirmaron que la contienda se definirá en segunda vuelta entre Jeannette Jara, candidata de la coalición Unidad por Chile (Oficialismo), y José Antonio Kast, del derechista Partido Republicano. Jara obtuvo aproximadamente 26,7% de los votos, mientras Kast alcanzó cerca de 24,1%, cifras que evidencian que ninguno logró la mayoría absoluta exigida por la ley. El ballotaje se llevará a cabo el próximo 14 de diciembre.
Como en el 2021, el tercer lugar lo ocupó el populista derechista Franco Parisi, el pretendido outsider del Partido de la Gente, con un 19,6%, obteniendo resultados importantes en las regiones, en particular en las del norte, canalizando el voto de antipolítica al que apuntaba emulando deliberadamente en el “estilo Milei”. Más atrás, en cuarto puesto, aparece Johannes Kaiser, referente de la ultraderecha libertaria, con cerca de 13,9%, quedando muy detrás de lo que proyectaban las encuestas que lo ponían incluso con posibilidades de pasar a segunda vuelta. La gran derrotada de la jornada fue Evelyn Matthei, que apenas alcanzó un 12,5%, confirmando el desplome de la derecha tradicional y el fracaso de quienes intentaron maquillar el modelo neoliberal con discursos de “orden y estabilidad”. Este resultado desnuda la crisis profunda de los partidos de la derecha tradicional que, como vimos en otros países, corre el riesgo de ser deglutida por la ultraderecha representada por Kast/Kaiser que en estas elecciones fueron con listas parlamentarias unitarias.
Un Congreso con más peso de la derecha
En estas elecciones también se renovaba la totalidad de la cámara de diputados, como algunas bancas senatoriales en siete regiones. Los resultados preliminares respecto a la nueva composición de la Cámara de Diputados remarcan un estrecho triunfo de la lista oficialista “Unidad por Chile” (PDC,PPD, PS, PC, PR Y FA) posicionándolos con un 30,52% de los votos, le sigue la lista de “Cambio por Chile” (Partido Republicano, Partido Social Cristiano y el Partido Nacional Libertario: la lista unitaria de Kast y Kaiser) con un 22,98% de las preferencias y en un tercer lugar se encuentra el bloque perteneciente a “Chile grande y Unido” (Renovación Nacional, UDI, Evolución Política y Partido Demócratas) de la piñerista Evelyn Matthei.
Con dichos porcentajes los grandes perdedores pertenecen al pacto “Unidad Por Chile” de Jara que pierde 17 escaños de los que tenía, y le sigue el pacto “Chile Grande Unido” de Matthei, perdiendo 15 escaños en la Cámara. El pacto entre Kast y Kaiser “Cambio por Chile” pasaría de tener 25 escaños a 43, otro que sumaría escaños es el pacto de Parisi (“Partido de la Gente”) de 1 a 14 electos. Una derrota para el oficialismo que trae de la mano el avance de la derecha en el parlamento. Perder casi un cuarto de sus bancas demuestra que el descontento es hacia la totalidad del gobierno, más allá de la figura presidencial de Boric. La derecha, sin lugar a dudas, sale fortalecida.
Concretamente, el Senado quedó dividido a la mitad, mientras que la Cámara de Diputados quedó inclinada a la derecha. En el Senado, el pacto Chile Grande y Unido (Chile Vamos y el Partido Demócrata) contará con 18 escaños con las bancas que no se renovaron. La coalición Cambio por Chile (Partido Nacional Libertario, Partido Republicano y Partido Social Cristiano) alcanzó 7 legisladores. El pacto oficialista Unidad por Chile consiguió un total de 20 senadores. En tanto, la lista de la Federación Regionalista Verde Social y Acción Humanista tendrá 3 senadores, mientras que los independientes se mantienen en 2 legisladores. Con estas números, La oposición derechista reúne un total de 25 senadores, frente a los 23 del oficialismo; más los dos independientes Karim Bianchi y Fabiola Campillai. En la Cámara de Diputados, el oficialismo obtuvo 61 escaños, los ultraderechistas Kast-Kaiser obtuvieron 42 escaños, la derecha tradicional alcanzó 34 legisladores, el Partido de la Gente de Parisi consiguió 14, la lista de la Federación Regionalista Verde Social y Acción Humanista sumó 3, y los independientes lograron 1. Así, la derecha podría sumar 90 diputados, mientras que el oficialismo reúne 64 y queda como único independiente fuera de pacto el diputado Carlos Bianchi.
Por otro lado, otros sectores de Izquierda presentaron sus candidaturas a diputados obteniendo la Izquierda Ecologista Popular, un 2,77% de los votos y el Partido de Trabajadores Revolucionarios obtuvo, marginalmente menos de 60.000 votos (0,62%), aunque duplicando los del 2021.
Segunda vuelta costa arriba para la centroizquierda
Tras conocerse los resultados, la derecha tradicional y la ultraderecha cerraron filas en torno a Kast. Evelyn Matthei llamó explícitamente a votar por él en la segunda vuelta, argumentando que “Chile está primero” y que es urgente “dar un cambio de timón” frente al actual gobierno. Johannes Kaiser también ratificó su respaldo, afirmando que “votar por Kast es votar por Chile”. Sin embargo, este apoyo no garantiza un traspaso automático de votos: parte de la base de Matthei se mantiene impredecible y la duda mayor representan los votos obtenidos por Franco Parisi que salió sin perder tiempo, y sabiendo que tanto de un lado y del otro irán por su base electoral, a defender su tercer lugar declarando: “Ellos son quienes tienen los problemas ahora, nosotros no necesitamos ningún favor. Ellos tienen que ganarse la opinión de la gente, no al revés”.
Por su parte, Jeannette Jara apeló a la unidad y a “cuidar la democracia”, mientras Kast insistió en que “Chile es más importante que los partidos” y pidió cohesión para “reconstruir la patria” en lo que definió como “la elección más importante de nuestra generación”.
La suma de votos de toda la derecha en esta primera vuelta (Kast, Kaiser y Matthei: 50,43%) se interpreta como un plebiscito contra la gestión de Gabriel Boric, un gobierno que gobernó de espaldas a las demandas populares surgidas de la revuelta de Octubre del 2019, llevando adelante una política abiertamente represiva. En lugar de avanzar hacia cambios que garanticen el acceso a derechos elementales como la salud, educación y vivienda, criminalizó la protesta, efectivizó el “perdonazo” a las Isapres que cobró lo que quiso por años a sus afiliados y con Boric quedaron libres de culpa y cargo, la Ley Naín-Retamal que consagra el gatillo fácil, la reforma previsional que profundiza el negocio de las AFP, y leyes represivas como la de infraestructura crítica y la antitomas. A esto se suma el aumento de las cuentas de la luz y la impunidad frente a casos como la desaparición de Julia Chuñil. El resultado de Jeannette Jara, con apenas un 26,7%, refleja ese desgaste: llega a la segunda vuelta en posición débil, arrastrando el peso de un gobierno que prometió dignidad y terminó sin sacar los pies del plato. A diferencia de 2021, cuando tras la formula de Boric se logró movilizar y dar vuelta las elecciones, hoy el chantaje del “fascismo o democracia” se ha evidenciado para muchos como un taparrabos de una política antiobrera y de contención de las luchas sociales por el gobierno Boric; mucha gente plebiscitó contra el gobierno. Es probable que con ese discurso no logre traccionar los votos necesarios para revertir la posición de debilidad para el balotaje. Boric declaró que su gobierno iba a ser la “tumba del neoliberalismo” y no sólo durante su mandato se vieron reforzadas las conquistas reaccionarias de la dictadura en todos los planos, sino que terminan revitalizando a la derecha que queda más competitiva como hace décadas no ocurría.
Un dato a considerar es que se trata de la primera elección presidencial con voto obligatorio, concurrió el 83,95%, más de 13 millones de votantes, frente al 47% registrado en la primera vuelta de 2021 bajo voto voluntario. Esta medida no fue casual: el voto obligatorio se instauró como un intento de remediar la crisis del régimen político, buscando recomponer su legitimidad frente al cuestionamiento de fondo que significó la rebelión del 2019. El cambio transformó el mapa electoral, incorporando a millones de personas que antes no votaban y que, en su mayoría, expresaron el descontento con el gobierno y la política tradicional. La derecha supo leer este escenario y convirtió la primera vuelta en una primaria del sector, donde se consolidó el bloque más duro: José Antonio Kast emergió como líder indiscutido, capitalizando el malestar social y desplazando a Evelyn Matthei, que se desplomó como figura de la derecha tradicional. En paralelo, Johannes Kaiser reforzó la agenda ultralibertaria, aunque sin lograr pasar al balotaje, confirmando que el eje de la derecha se mueve hacia posiciones pinochetistas y reaccionarias, en sintonía con el avance global de proyectos autoritarios.
La segunda vuelta se perfila como un escenario cuesta arriba para el oficialismo. El gobierno de Boric llega desgastado, con crisis de legitimidad y débil apoyo, tras haber criminalizado la protesta y pactado con los poderes económicos. El discurso del presidente tras la primera vuelta, centrado en “diálogo” y “unidad”, sonó vacío. Pacto con Piñera salvar el régimen frente a la gran rebelión popular del 2019. Hoy, el relato del “fascismo vs democracia”, se ha evidenciado para muchos como un taparrabos de una política antiobrera y de contención de las luchas sociales por el gobierno Boric; mucha gente plebiscitó contra el gobierno y expresó su hartazgo. El progresismo, que prometió cambios profundos, terminó administrando el “modelo” y allanando el camino para la ultraderecha.
Frente a este escenario se evidencia la necesidad de enfrentar el avance de la derecha y la única forma es por medio de la organización independiente de quienes nos han gobernado en los últimos años y de esa “oposición” que levanta banderas en nombre de la “libertad” para avanzar en contra de los derechos conquistados por la clase trabajadora. Necesitamos orientar los esfuerzos por levantar una alternativa política independiente que tenga por norte la lucha estratégica por un gobierno de la clase trabajadora.
17/11/25