Matías Maiello ha respondido a la nota de Pablo Heller titulada “Cuál debe ser la posición de la izquierda frente a la estrategia y métodos de Hamas”, publicada en Prensa Obrera. Para empezar corresponde decir que la repuesta de Maiello escabulle el bulto y falsea el eje de la discusión. “No basta con condenar a Israel como responsable del baño de sangre. Tampoco es suficiente declarar el apoyo a la causa palestina mientras se ponen peros… para reivindicar la acción de Hamas, al cual se le echa flit pretendiendo escudarse en diferencias irreconciliables”, dice nuestro compañero Pablo Heller. De esta afirmación completamente sencilla y correcta, Maiello pretende deducir una “critica al PTS por plantear que no comparte ni los métodos de Hamas, ni su programa, ni su estrategia.” Falso: lo que se critica es exactamente, tal como dice Pablo, el hecho de poner peros a la hora de reivindicar la acción de Hamas, no el derecho del PTS a criticar su estrategia, métodos y programa.
Poner peros (permítase la redundancia) es, justamente, lo que hizo Myriam Bregman durante el debate presidencial. No es verdad que “Bregman defendió ante una audiencia de millones en el debate presidencial el derecho del pueblo palestino a enfrentar la opresión colonial y el régimen de apartheid impuesto por el Estado de Israel”, como dice Maiello. No es lo que se desprende de su intervención: “Nos duelen las víctimas civiles, que ocurren en un conflicto que tiene como base la política del Estado de Israel de ocupación y apartheid contra el Estado palestino”. Bregman se limitó a denunciar las víctimas civiles de ambos lados, y a detallar los crímenes del Estado de Israel contra el pueblo palestino. Pero ese no es el mensaje de un socialista revolucionario, sino el de una ONG humanitaria al estilo Amnesty o Human Rights Watch, y significa rehuir el apoyo a la acción de Hamas sin el cual el proclamado “apoyo a la resistencia palestina” es una simple frase, porque la “resistencia palestina” no es una abstracción, sino un conjunto concreto de organizaciones que con el apoyo indudable del pueblo palestino han abierto un nuevo ciclo de luchas contra Israel.
Que a partir de su denuncia de los crímenes del sionismo en el debate Bregman haya quedado, como afirma Maiello, “en el centro de los ataques contra los referentes del FIT-U impulsados por los grandes medios de comunicación a los que le siguieron todo tipo de amenazas” no hace más que probar que la moderación y el intento de moverse en el terreno de lo políticamente correcto resulta inútil frente a los ataques del imperialismo y sus medios que en cuestiones como esta no admiten ni el más tímido disenso. Corrió la misma suerte que, por ejemplo, Gabriel Solano y Vanina Biasi, que han defendido abiertamente nuestra posición de verdadera reivindicación de la resistencia palestina.
El especialista militar del PTS asimila, a partir de esta premisa equivocada, la respuesta militar del Estado sionista de Israel al ataque militar de Hamas a una operación de “castigo colectivo”: “Apelando una vez más al método del castigo colectivo, el Estado de Israel desarrolla una ofensiva militar contra la Franja de Gaza y prepara una invasión terrestre a gran escala”. Es decir: además de arrancar rebajando la potencialidad de la lucha iniciada con la acción del 7 de octubre, recurre a una idea, la de “castigo colectivo”, en la que está implícita la idea de un “crimen” que estaría siendo castigado “en exceso” por Israel, sin distinguir culpables e inocentes. El crimen por el que estaría siendo castigado colectivamente el pueblo palestino no puede ser otro que el ataque militar de Hamas. ¿Sería válido, entonces, según Maiello, un “castigo selectivo”?
Así, queda delineada implícitamente una explicación, similar a la que dan Israel y el imperialismo, según la cual el apoyo indudable del pueblo palestino a Hamas y a las organizaciones de la resistencia palestina es un producto de una especie de “sometimiento clientelar” impuesto, en este caso, por la fuerza de las armas. No resulta extraño en una corriente política que considera a los trabajadores organizados en el movimiento piquetero independiente argentino como ganado arriado por el Polo y el Partido Obrero, algo que Maiello reivindica con ropaje pseudoteórico y lenguaje gorila en su nota contra el artículo de Heller.
Trotski contra el PTS
Maiello arranca la “parte teórica” de su artículo, en la que pretende recurrir a Trotski para demoler los argumentos de Heller, afirmando: “La guerra de un pueblo que se levanta contra la opresión colonial entra claramente en la categoría de las guerras justas. Por eso los revolucionarios nos ubicamos incondicionalmente en el campo de la resistencia y la lucha del pueblo palestino contra el Estado de Israel, independientemente de sus direcciones”. No es cierto: la principal acción de resistencia y lucha del pueblo palestino fue la acción de Hamas del 7 de octubre, que el PTS no reivindica. No es posible afirmar que se apoya a la resistencia palestina sin reivindicar la acción del 7 de octubre.
Para apoyar la idea petesiana de que se puede reivindicar a la resistencia palestina “en el aire”, sin defender la acción de Hamas, Maiello recurre a un texto de Trotski cuyo eje es la defensa de la unidad de acción con el gobierno del Kuomintang en la guerra contra la ocupación japonesa. Es decir: un texto orientado a defender una posición que es la nuestra, no la de Maiello, quien dice: “De ahí que esta distinción entre una ubicación en el campo militar del pueblo oprimido deba ir de la mano de aquello que para Heller es un ‘pretexto’, a saber: la independencia política y el rechazo a cualquier apoyo político a direcciones burguesas, pequeñoburguesas o burocráticas. Por ejemplo frente a la invasión japonesa en China en 1937, Trotsky lo planteaba del siguiente modo: ‘Al participar en la legítima y progresista guerra, contra la invasión japonesa, las organizaciones obreras deben mantener su total independencia política del gobierno [nacionalista burgués] de Chiang Kai-shek’” [La última oración es cita de Trotski: La lucha contra la guerra, 25-09-37].
Como se ve, “el rechazo a cualquiera apoyo político a direcciones burguesas, pequeñoburguesas o burocráticas” es una frase del arsenal infantil del PTS que no se corresponde con lo que Trotski afirma, no porque Trotski “desee” apoyar direcciones de este tipo, sino simplemente porque, revolucionario maduro y combatiente en mil batallas, sabía que en determinadas condiciones, aun manteniendo la independencia política, el proceso exige reivindicar e involucrarse en la acción militar liderada por una dirección nacionalista y jugarse fervientemente por su triunfo. La “ubicación en el campo militar del pueblo oprimido” de la que habla Maiello exige según Trotsky ese involucramiento: “Al participar en la lucha militar bajo las órdenes de Chiang Kai-shek, puesto que desgraciadamente él tiene el mando de la guerra por la independencia, nos preparamos políticamente para el derrocamiento de Chiang Kai-shek esa es la única política revolucionaria” (Sobre la guerra chino- japonesa, 23-09-37. Nótese que se trata de una carta a Diego Rivera escrita dos días antes que el texto citado por Maiello, lo que habla de una indudable unidad conceptual entre ambos escritos).
Mal que le pese a Maiello, Trotski parte de la aceptación del hecho de que la guerra de liberación china es dirigida por el Kuomintang, y que si los comunistas no quieren verse arrastrados a la marginalidad política e incluso al repudio del pueblo trabajador chino, deben combatir bajo sus órdenes. La independencia política de los comunistas consistía, en el caso de la experiencia que Trotski analiza, en la puesta en práctica de un programa de acción apoyado en las conclusiones que se desprenden de la teoría de la revolución permanente, que permitían prever la capitulación del Kuomintang en tanto movimiento nacionalista burgués: “Sean las que fueren las primeras etapas episódicas de la revolución en los distintos países, la realización de la alianza revolucionaria del proletariado con las masas campesinas sólo es concebible bajo la dirección política de la vanguardia proletaria organizada en Partido Comunista. Esto significa, a su vez, que la revolución democrática sólo puede triunfar por medio de la dictadura del proletariado, apoyada en la alianza con los campesinos y encaminada en primer término a realizar objetivos de la revolución democrática”, dice Trotski en sus Tesis sobre la revolución permanente. La independencia política para el PTS, como con absoluta lógica explica Heller, consiste en abstenerse de involucrarse en la lucha y la resistencia tal cual se está desarrollando. En este caso, la posición del PTS en todo caso es una posición de independencia política pero no respecto a la burguesía, sino respecto a la lucha del pueblo palestino…
Se entiende entonces por qué Maiello le pasó la tijera censora a los argumentos con que el texto de Trotski que cita prueba la falsedad de los suyos. Y se entiende por qué recurre a ese texto, y no a la carta a Diego Rivera que citamos, donde Trotski desarrolla más extensamente sus ideas: “No tenemos que hacernos ilusiones con Chiang Kai-shek, su partido y toda la clase dominante china así como Marx y Engels no se las hicieron con las clases dominantes de Irlanda y Polonia. Chiang Kai-shek es el verdugo de los obreros y campesinos chinos. Pero hoy se ve obligado, contra su voluntad, a luchar contra Japón por lo que resta de la independencia china. Puede que mañana vuelva a traicionar. Es posible. Es probable. Hasta es inevitable. Pero hoy está luchando. Sólo los cobardes, imbéciles totales o canallas, pueden negarse a participar en esa lucha” (Sobre la guerra chino- japonesa).
Léase bien: Chiang Kai- Shek “hoy está luchando”. Hay que “participar (¡PARTICIPAR! dice Trotski) en esa lucha”. Hamas, cualquiera sean sus limitaciones, está luchando. ¿Hay que participar de esa lucha que hoy se desenvuelve bajo el liderazgo y las órdenes de Hamas y que, obviamente, incluye como un punto de partida la acción militar del 7 de octubre? ¿Somos parte de esa acción o nos abstenemos en nombre de las diferencias de estrategia y métodos? Esto es lo que está en discusión. No corresponde correr el arco de la polémica y pretender hacerla girar sobre un eje falso.
Medios, fines y efectos de la acción del 7 de octubre
No es llamativo que Maiello, para polemizar con Heller, omita toda referencia a Terrorismo y comunismo, texto que cita Heller. Escrito por Trotski en medio de la guerra civil rusa, es una respuesta a las objeciones kantianas expresadas por Karl Kautsky en su libro también titulado Terrorismo y comunismo, al derecho legítimo del gobierno bolchevique a recurrir al terror revolucionario del ejército Rojo. Es verdad que en ambos Trotski establece las condiciones que regulan y habilitan el uso del terror revolucionario como respuesta al terror blanco pero, y tal como se ve obligado a reconocer Maiello, Su moral y la nuestra se mueve en un terreno de abstracción lógica que establece “criterios generales [que] no nos dicen qué es admisible o qué no en una situación concreta. Estos problemas se entrelazan con los de la estrategia y la táctica revolucionaria”. Evidentemente, Maiello se niega a dejar de recitar “criterios generales” y bajar a la realidad práctica en que hay que “entrelazarlos con los problemas de la estrategia y la táctica revolucionaria”.
Digamos sin embargo algo acerca de Su moral y la nuestra: Trotsky allí no solamente soluciona el enigma de medios y fines, sino que desarrolla la idea de que los medios deben medirse por su eficacia en el proceso de consecución del fin y de que entre medios y fines existe una relación dialéctica, mutuamente condicionada, que determina que ciertos fines sólo pueden lograrse por ciertos medios. La democracia obrera o dictadura del proletariado sólo puede alcanzarse, por ejemplo, mediante el método de la revolución proletaria y el derrocamiento de la burguesía, algo con lo que suponemos deben estar de acuerdo tanto Maiello como el PTS. En este contexto conceptual, la acción violenta del 7 de octubre está justificada, no sólo por tratarse de una respuesta a la masacre permanente que Israel perpetra sobre el pueblo palestino, sino porque la acción de derribar las murallas del mayor gueto contemporáneo es un acto revolucionario y, como tal, un gran golpe al sionismo y al imperialismo.
En cuanto al “condenable” terror de Hamas, Maiello pasa también revista a todas las fakes y noticias desmentidas o de fuente endeble con las que el aparato sionista ha pretendido desprestigiar la lucha de las organizaciones de la resistencia palestina, reconociendo que lo único que puede quedar en pie de todo eso son los hechos de la fiesta rave en el desierto. Fuentes de Hamas afirman que en esa fiesta se produjo un fuego cruzado con agentes de inteligencia israelíes y que el propósito de Hamas era solamente tomar rehenes. Se trata de una versión coherente con el testimonio de Yasmin Porat, sobreviviente del combate que se produjo como consecuencia del ataque de Hamas al kibutz Be’eri, quien afirma que los soldados de las FDI dispararon indiscriminadamente tanto contra los combatientes como contra sus prisioneros israelíes, matando a decenas de compatriotas suyos.
En el ejército de Israel existió una directiva secreta, la llamada “Directiva Aníbal”, que autorizaba a matar a los rehenes para evitar que fueran llevados por las organizaciones de la resistencia palestina. Es posible, sostienen numerosas fuentes, que esa directiva haya sido puesta nuevamente en práctica durante el ataque del 7 de octubre. De cualquier manera, el trotskista Maiello objeta el método de la toma de rehenes por parte de los palestinos, 5.000 de los cuales se cuentan como rehenes políticos en las cárceles de Israel. No la objeta en cambio Trotski que reivindica el método como respuesta a la toma de rehenes por parte del enemigo, no sólo en Terrorismo y comunismo, sino también en el texto elegido por Maiello para polemizar con Heller, Su moral y la nuestra.
Por último, suena extraño que Maiello no incluya en el inventario del “condenable” terror de Hamas a la misma andanada de misiles lanzada aquel sábado y que, por supuesto, no distinguieron ni entre civiles y militares, ni edad ni sexo. En las condiciones de su razonamiento, debería hacerlo. No lo hace porque entonces del “apoyo del PTS a la resistencia palestina” no quedaría nada en pie, excepto el envase hueco de lo que es: una pura frase de ocasión políticamente correcta. Y porque quedaría en ridículo a la vista de la eficacia política del ataque del 7 de octubre.
7 de octubre: una acción que debe ser reivindicada
La intervención de Hamas ha trastocado no sólo la estrategia imperialista en la región, sino también la del nacionalismo burgués iraní que usaba la cuestión palestina como moneda de cambio. En la estrategia de Teherán la cuestión palestina aparece solamente como una pieza de ajedrez, juego largo que requiere la paciencia que con absoluta lógica no puede ser hoy una cualidad del pueblo palestino. Está empezando a provocar una reacción popular a escala mundial, que puede abrirse curso independientemente de la tutela ideológica del nacionalismo burgués, sea que se vista con el gorro de piel a lo Putin o con la túnica de los ayatollahs. El principal aliado de la resistencia palestina son hoy las inmensas y crecientes movilizaciones de masas que, no sólo en los países árabes, sino en el mundo entero, desde Buenos Aires a Londres, de Nueva York a Madrid y París, proclaman su solidaridad con la lucha del oprimido pueblo palestino, desafiando además las prohibiciones y la represión.
La acción, además, ha acelerado la crisis política que ya enfrentaba Netanyahu con la reforma judicial, y hasta las contradicciones entre las franjas más ultraderechistas de la burguesía israelí y las franjas de la burguesía yanqui representadas por Joe Biden y los demócratas, que se oponen a una reocupación de Gaza e, incluso, a la demorada ofensiva terrestre por miedo a una nueva intifada superior a las anteriores y al aislamiento internacional que ya empieza a hacerse notar. Primero fue la carta de los 57 diputados demócratas reivindicando el derecho de Israel a defenderse pero objetando, como el PTS, el “castigo colectivo”. Después, las declaraciones de Biden en el sentido de que ocupar Gaza sería “un gran error”, ahora la carta de Obama del mismo tenor que la de los 57. Finalmente, la publicación por el New York Times de las pruebas sobre la responsabilidad israelí en el ataque al hospital de Al-Ahli.
El miedo a una guerra terrestre directa con las masas palestinas es la causa principal del retraso en la invasión terrestre a Gaza. Se trata, en realidad, del mismo miedo a las masas del mundo, árabes, latinoamericanas u europeas. Por eso, la discusión en el seno del imperialismo pasa en primer lugar, por decidir si es posible invadir Gaza, si hay que regionalizar la guerra atacando a Hezbollá en el Líbano o, incluso, si hay que atacar directamente a Irán y destruir su infraestructura atómica desatando una carnicería mundial con potencial nuclear.
Las críticas públicas del ex primer ministro laborista Ehud Barak a Netanyahu demuestran que las pugnas dentro de la propia burguesía israelí, que lidia con el ataque de Hamas en el contexto de la crisis política provocada por la reforma judicial promovida por el gobierno del Likud, comienzan a filtrarse por las grietas que el desastre militar no puede más que abrir en el flamante gobierno de unidad nacional. Además, la política terrorista que Netanyahu desarrolla como represalia contra Palestina no han hecho más que fomentar su aislamiento, al que no quiere ser arrastrado el imperialismo yanqui. Jordania canceló la visita de Biden y con ella la reunión con el rey Abdullah II, el presidente egipcio Abdel el Sissi y el jefe de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, después del bombardeo al hospital Al-Ahli. La Cumbre de la Paz en Egipto del sábado 21 acentuó más aun ese aislamiento, que alcanzó su paroxismo con el choque contra Antonio Guterres en la ONU. Un panorama, como mínimo, de desorientación general en el imperialismo que es un producto directo de la acción del 7 de octubre y de la nueva perspectiva práctica que como producto suyo empieza a pugnar por abrirse paso: la de la intervención de las masas, a escala mundial, en solidaridad con la lucha de la resistencia del pueblo palestino.
En definitiva, y tal como afirma Pablo Heller, el apoyo a la rebelión del pueblo palestino por parte del PTS termina siendo una frase vacía, un saludo a la bandera, porque se niega a apoyar a la resistencia de carne y hueso que se está desarrollando y que lidera indudablemente Hamas.
Nota Original de Prensa Obrera: https://prensaobrera.com/internacionales/a-proposito-de-la-polemica-heller-maiello-trotsky-contra-el-pts